El dopaje de Trump

Madrid

Hoy abrimos esta Ventana con la ilusión de que durante las próximas cuatro horas que dura el programa, tal vez podamos saber ya quién va a ser el presidente de Estados Unidos hasta el año 2024. A estas alturas les supongo informados de la enorme igualdad que hay, del emocionante recuento del voto por correo, del récord de participación y de la denuncia por supuesto fraude que ha lanzado Donald Trump, en el peor escenario imaginable que, por desgracia, se ha acabado cumpliendo.

Hay un hecho incuestionable, más allá de que al final gane o pierda, y es la fortaleza de Trump. Fortaleza enorme por mucho que chirríen sus ideas y su manera de defenderlas. Medio país -y medio mundo- le ve como una amenaza letal para la democracia, la estabilidad, la convivencia… Pero el otro medio le sigue a pies juntillas. 66 millones de votos son un apoyo demasiado grande como para considerarlo un mero accidente. Y sí, va a ser necesario volver a revisar dónde están las claves de ese apoyo. Si ahí confluyen corrientes de racismo, de supremacismo, de misoginia, de machismo, de populismo patriotero… Si pesan mucho o poco las razones económicas para votarle -que yo creo que mucho-… todo eso habrá que analizarlo y convenir que sus votantes no son un problema sino un síntoma de algo. Igual que pasa en Hungría, o en Polonia, o en Brasil, o con los votantes de Brexit… hay una corriente en marcha desde hace años, una especie de contrarreforma, de involución y no sólo en Estados Unidos a la que -de momento- no sabemos dar respuesta. Eso es obvio.

Pero a mí me gustaría añadir una pregunta, y creo que no es menor: ¿Donald Trump seria presidente sin el uso perverso, perverso, que ha hecho durante años de una herramienta que antes no existía como son las redes sociales? ¿Hubiera llegado tan lejos sin haber inundado de mentiras y de insultos esas redes? Hoy le han señalado como posiblemente engañoso el primer tuit que ha colgado donde sugería lo del fraude electoral. Hoy. Pero lleva años creando una realidad paralela -y falsa- de amigos y enemigos sin que nadie le pusiera freno. ¿Cómo se contrarresta eso ahora? Pues no lo sé, pero sí que sin ese dopaje Trump no sería lo que es. Bueno, lo que es ya lo sé, pero mejor me lo callo.