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Buscar la fama a través del asesinato

Con solo 18 años, Robert Smith decidió hacer algo que llevaba un tiempo en su cabeza. Un 12 de noviembre de 1966 fue a un colegio de esteticistas en Mesa (Arizona) y ejecutó su macabro plan

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Puede parecer que lo de los jóvenes cogiendo el arsenal de sus casas para ir al centro comercial o al instituto y masacrar a tanta gente como se ponga a su paso es una cosa reciente, pero es algo que lleva sucediendo desde hace muchas décadas. Pero fue a partir de los años 60 cuando empezó un fenómeno muy relacionado con la cultura de masas propiciada por la televisión: la idea de que asesinar a gente también te podía llevar a ser famoso.

Uno de los primeros ejemplos de este fenómeno tuvo lugar el 12 de noviembre de 1966. Ese día, un tal Robert Smith, de solo 18 años, decidió llevar a cabo el plan que le rondaba por la cabeza desde hacía meses. Quería imitar a Charles Whitman, el exmarine que el año anterior había matado a quince personas en Tejas. El sitio que escogió para llevar a cabo su terrible idea fue un colegio de esteticistas en Mesa, Arizona, el pueblo donde él vivía. Lo escogió porque consideró que sería un sitio donde encontraría muchas víctimas. Su plan era atar a sus víctimas y ponerles bolsas de plástico en la cabeza, para luego observar cómo se asfixiaban. Una vez en el colegio, se dio cuenta que las bolsas eran demasiado pequeñas, y llevó a siete personas a una habitación. Ahí las mató con el rifle de caza que le habían regalado sus padres. Cuando la policía entró a los pocos instantes de que cometiese su masacre, Robert Smith dijo, simplemente, que “quería ser conocido, que su nombre resonara”. Por desgracia, igual que él imitó a otro asesino, ya van incontables casos de personas que han seguido los pasos de Robert Smith ese fatídico 12 de noviembre.

 
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