Los 'temporeros urbanos' de Madrid

Madrid

Desde hace años en un rincón de la Plaza Elíptica, al sur de Madrid, se juntan decenas de personas desde primera hora de la mañana en búsqueda de trabajo. No es que allí haya una oficina del SEPE, sino que este es un punto de encuentro entre migrantes, la mayoría de ellos en una situación administrativa irregular, y empleadores que buscan mano de obra para trabajar por días, en negro y sin contrato. Como en una película del oeste: una furgoneta para, alguien sale gritando lo que necesita, por ejemplo, un albañil o una persona para llevar a cabo una mudanza y, al momento, se agolpan decenas de personas que compiten por ser los elegidos para el trabajo. “A veces te vienen a buscar los dueños de una casa o de un piso. Ellos saben que una empresa les cobrará 5.000 o 10.000 pavos y si se llevan a alguien de aquí, te lleva 100 o 120 euros diarios… y en una semana tiene pintado su piso por 800 euros”, relata Alejandro, un hondureño que viene todos los días desde Toledo.

A los pocos minutos, en este rincón se para un monovolumen blanco en el que se montan dos trabajadores, “a la aventura”. El destino es incierto porque no conocen la localización de antemano pero el salario sí: “Hay un precio más o menos establecido, lo normal que siempre pagan. Entre 40 y 50 pavos”. Eso, por supuesto, cuando pagan, dado que otras muchas veces los empleadores desaparecen sin dejar rastro, como atestiguan muchos de ellos.

Se montan en coches cuyo destino no conocen de antemano. “Cuando lo llevan uno va mirando a la persona. Yo, por ejemplo, cuando voy, le mando la ubicación de dónde voy a estar a mi mujer” relata Juan Camilo Zapata, un joven colombiano de 22 de años que acaba de ser padre: “La situación hace que tengamos que arriesgarnos de esta manera”.

Más de 4 millones de personas están en situación de pobreza severa

<p>La crisis de coronavirus agrava más el riesgo de exclusión de estas personas</p>

Lo peor es que este mercado negro de trabajo, que permitía a muchas familias malvivir, también se ha ralentizado por culpa de la pandemia y cada vez paran allí menos furgonetas buscando trabajadores. Hay jornadas laborales que consisten simplemente en esperar. “Se ha complicado mucho más aquí (…) Hay días que vuelvo a casa sin trabajo, sin paga y sin nada”, cuenta Alejandro, otro de los jóvenes latinos que intenta matar el tiempo como puede mientras espera a que alguien reclame sus servicios. Este peruano llego a España hace un año y desde el primer día acude a este rincón a buscar trabajo para “poder subsistir”. Conoció la existencia de este lugar gracias “al boca a boca” y, como tantos otros compañeros suyos, no tiene la documentación en regla para poder trabajar de forma legal. A sus padres, admite, que no les cuenta la verdad acerca de su situación, “pero tampoco les pinto flores”.

Aunque invisibles para las estadísticas, todos ellos engrosan la lista de los más de cuatro millones de ciudadanos que están en situación de pobreza severa en España, según datos de un informe elaborado por la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza el pasado verano. El dato más reciente indica que en 2018, el 9,2 % de la población total, es decir, unos 4,29 millones de personas, están en pobreza severa. Son unas 880.000 personas más que al inicio de la crisis económica en 2008 y sin tener en cuenta el efecto del coronavirus.