El virus, Madrid y la Navidad

Madrid

No es fácil saber por qué Madrid está reduciendo el número de infectados por coronavirus. Los mismos expertos se muestran vacilantes a la hora de interpretar los datos, en gran parte porque la estrategia de esta comunidad de materia sanitaria ha seguido un curso muy accidentado, plagado de enfrentamientos, de dimisiones, de pasos adelante y pasos atrás, lo que ha restado solvencia a todas sus decisiones. Y en parte porque la obsesión de Isabel Díaz Ayuso por singularizar Madrid a toda costa y en cada cosa, sin detenerse ni en el ridículo, no le añadía precisamente autoridad técnica.

El galimatías de su política de restricciones por barrios y calles y su resistencia a ofrecer los datos que las demás comunidades hacían públicos no parecían el mejor camino ni para controlar el virus ni para creer los datos que ofrecía. Aún hoy no es fácil hacerlo, pero nobleza obliga.

Los que más hemos criticado su plan antes debemos reconocer nuestro error y su acierto, aunque no lo entendamos del todo. En todo caso, en Madrid y en todos los demás lugares de España, las cifras y las políticas tienen un punto de provisionalidad porque ha de pasa la gran revalida, la Navidad, una fiesta mayor que nadie sabe muy bien cómo afrontar. En ella se concentran elevados al cubo todos los ingredientes del problema, el mayor consumo y las mayores celebraciones. Un mal cálculo puede dar la puntilla a una economía maltrecha o puede disparar las cifras de infectados. Por el momento la estrategia general no declarada que en Madrid se transparenta con especial nitidez es ayunar ahora para engordar en Navidad. Es decir, frenar cuanto se puede la pandemia en estas semanas y soltar el freno en Navidad. Veremos si es una buena idea o un engañabobos.