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Un mal día lo tiene cualquiera

El suicidio 'honorable' de Mishima

El escritor japonés Yukio Mishima, un nostálgico por el Japón tradicional, creó una milicia para defender al emperador. El día 25 de noviembre de 1970 pasó a la acción, pero su discurso no caló. Eso le llevó a tomar una decisión extrema, aunque premeditada

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Como colofón final a la vida de un escritor, pocos han habido más dramáticos que el de Yukio Mishima. Con sólo 24 años, Mishima se había convertido en un escritor de referencia con su segunda novela, Confesiones de una máscara, en la que un joven esconde su homosexualidad a la sociedad con una careta. En los 20 años siguientes, Mishima no dejó de escribir novelas, ni dejaron de tener éxito, pero esto no le trajo tranquilidad interior. El escritor tenía una intensa nostalgia por el Japón tradicional, que contrastaba negativamente con el Japón occidentalizado en el que le había tocado vivir. Al mismo tiempo, el propio Yukio llevaba una vida tan occidentalizada como la que criticaba. Esta tensión interna lo acabó llevando a unas posiciones cada vez más radicales, en las que el ejército y el emperador tenían un papel supremo. También sentía una gran fascinación por el seppuku, el suicidio ritual al que se sometían los samuráis del pasado cuando se sabían derrotados. En 1968, Mishima formó “La sociedad del escudo”, una especie de milicia privada que tenía como misión fundacional la defensa del emperador del Japón.

El día 25 de noviembre de 1970, Yukio y cuatro miembros de su sociedad pasaron a la acción. Asaltaron un cuartel de las fuerzas de autodefensa de Japón y Mishima intentó convencer a los soldados allí presentes de la necesidad de que el país recuperase un ejército de verdad. Después de ver que su discurso no era bien aceptado, el escritor se suicidó siguiendo el ritual del seppuku: él se clavó un cuchillo en las entrañas y un ayudante lo decapitó. Según parece, todo el asalto era un pretexto para acabar matándose, porque Yukio hacía más de un año que tenía claro que ese debía ser su final.

 
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