Toro Sentado, un luchador incansable
Toro Sentado, el líder de la tribu Lakota, luchó sin descanso contra aquellos que querían echarles de sus tierras. El 15 de diciembre de 1890, cuando intentaban arrestarlo, dos disparos le quitaron la vida
Toro Sentado, un luchador incansable
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Hubo un hombre que dijo que, "aunque América tuviese el doble de tamaño, aún no tendrían bastante”. También dijo que “el amor por las posesiones es para ellos una enfermedad”. Ese hombre era Toro Sentado, el líder de los Lakota, una de las agrupaciones tribales que tuvo que ver cómo los hombres venidos del otro lado del océano los iban desplazando de las tierras en las que habían vivido durante miles de años. Toro Sentado, que nació en 1839, intentó con todas sus fuerzas revertir la ola de la historia, pero era una lucha tremendamente desigual.
En 1876, y tal y como había predicho el propio Toro Sentado, los Lakota, aliados con los Cheyenne, consiguieron una gesta inesperada: derrotaron al Séptimo de Caballería, comandado por el General Custer, en una emboscada en Little Big Horn. Fue el preludio del desastre. El gobierno americano mandó a miles de hombres armados para doblegar a los Lakota, a los Cheyenne y cualquier otro que tuviera la idea alocada de vivir en libertad. Toro Sentado fue de los que intentó resistir, pero, en 1881, el hambre pudo con él y su grupo, y se rindieron. Pero su carisma y sabiduría siguió siendo un imán de posibles revueltas. El 15 de diciembre de 1890, cuando intentaban arrestarlo en la reserva de Dakota donde vivía, dos disparos acabaron con su vida. Todas sus palabras sobre la depredación de la naturaleza que trajeron los hombres blancos son ahora más ciertas que nunca.