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Eiber, el sintecho que se gana la vida de público en la televisión

La pobreza causada por la pandemia ha empezado a colarse en nuestras pantallas con naturalidad

Eiber, el sintecho que se gana la vida de público en la televisión

Eiber, el sintecho que se gana la vida de público en la televisión

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Madrid

Eiber es venezolano y tiene 26 años. Se fue de su país persiguiendo “el sueño europeo, como todo latino”. Sin embargo, cuando llegó a Europa la vida no se lo puso fácil. Antes de la pandemia y durante un tiempo, trabajó en negro como camarero en un restaurante de la frecuentada zona de negocios de Nuevos Ministerios, en Madrid. Sin embargo, después de marzo todo se paró: “La pandemia me dejó sin dinero”.

Lejos de su casa y con la pandemia dejando vacías las calles de medio mundo a Eiber le tocó experimentar lo que es dormir al raso por primera vez. “No sé cómo decírtelo… no dormía por el miedo a que me quitaran las cosas o a quien te encuentres…”, relata. Desde hace unos meses tiene un techo provisional en el que pasar la noche, el albergue de San Juan de Dios, cerca del estadio Santiago Bernabéu. Allí puede descansar y asearse, pero no pasar el resto del día. Durante el verano, ocupaba su tiempo buscando comida en ONGs o sitios donde repartían bolsas de alimentos para ir a un parque y tumbarse a comer al sol. Su día, como él mismo relata, consiste en “caminar, estar en los parques, ver a la gente pasar y esperar a que se haga la hora (de poder entrar en el albergue)”. Ahora, en invierno, pasa el día intentando refugiarse del frío mientras deambula por la ciudad e ingeniándoselas para ganar algo de dinero.

Sus únicos ingresos, actualmente, son los que gana acudiendo como público a populares programas de televisión como Pasapalabra o La Ruleta de la Suerte, justo lo que este joven venezolano nunca tuvo desde que llegó a Europa. Las cantidades que se pagan por acudir a un programa son poco más que simbólicas: “No es nada, solo una ayuda que se me va en metro o en algo que necesite urgentemente”. Las grabaciones se realizan de vez en cuando y “son muchas horas metido a cambio de un bocadillo sin saber a qué hora sales”, cuenta. Eiber pudo estudiar en su país la carrera de comunicación y aspira a juntar los ahorros suficientes para convalidar su título y poder buscar trabajo aquí: “Yo fui primero por entretenimiento y por ver algo parecido a lo que yo estudié. Pero luego empecé a ir por necesidad porque, aunque fuera poco, era dinero y me hacía falta”.

- ¿Tú crees que quien te ve en la televisión se imagina tu situación?

- No. La verdad que nadie

Recuerda que cuando estuvo haciendo unas formaciones, un conocido suyo le comentó que lo había reconocido en uno de los programas. “Me dijo, ¡oye, te vi en la televisión! ¡qué bueno! Pero realmente no saben la historia que uno tiene detrás.”

La función del público es animar lo que ocurre durante el programa, pero hacerlo sin tener un techo donde dormir y por necesidad no es sencillo. “A veces, cuando hay humor, lo hago y a veces no. A veces disfruto el programa y a veces recuerdo en la situación que estoy… me dicen ¡muévete! ¡anima!... pero no es fácil”.

Y es que la pobreza está más cerca de lo que creemos. Tanto es así que la vemos a diario sin darnos cuenta porque ha empezado a colarse con naturalidad en nuestras pantallas.

Daniel Sousa

Daniel Sousa

Es redactor en EL PAÍS Audio y colabora en ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER. Ganador del...

 
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