Un control de seguridad con nombre y apellidos
Ir al aeropuerto no es sinónimo solo de viajar, sino también de pasar controles de seguridad. De hecho, uno de ellos surgió el 22 de diciembre de 2001, cuando Richard Reid puso explosivos en sus zapatillas con la intención de provocar un atentado
Un control de seguridad con nombre y apellidos
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Si ahora tienes unos 20 años y has viajado un poco por el mundo, seguramente no seas consciente de que no siempre ha sido tan pesado lo de pasar los controles de seguridad. Si gran parte de la deuda es con Al Qaeda y su secuestro de unos cuantos aviones el día 11 de septiembre de 2001, hay una medida de seguridad que tiene un autor mucho más concreto.
Ese mismo año 2001, pero el 22 de diciembre, hubo un intento de atentado terrorista que no por fallido dejó de tener consecuencias. Ese día, un ciudadano británico llamado Richard Reid, que se había convertido al Islam, había decidido que lo mejor que podía hacer para su nueva religión era hacer volar a gente por los aires. Y no me refiero a ser piloto, me refiero a hacer que un avión estallara en pleno vuelo. Para ello, Richard llenó sus zapatillas de baloncesto -que llevaba puestas- de explosivos y cogió un vuelo que salía de París hacia Miami. Una vez dentro, intentó detonar su calzado, pero los otros pasajeros consiguieron reducirle hasta que el avión aterrizó de urgencia en Boston. Richard fue debidamente condenado a tropecientas cadenas perpetuas, pero puede estar seguro de que su legado permanecerá entre nosotros mucho tiempo, y que nos acordaremos de él cada vez que nos hagan quitarnos los zapatos en el aeropuerto.