Dentro del Hospital Clínic de Barcelona: "No conseguimos bajar de los 40 pacientes críticos"
Un recorrido por el Hospital Clínic unos días antes de las fiestas y con los contagios subiendo en Cataluña. "Nos tenéis que seguir ayudando a luchar contra este virus. Esto sigue provocando mucho dolor todavía"
Las colas en urgencias daban la vuelta al edificio en lo peor de la pandemia; en la UCI, un paciente lucha contra la enfermedad desde hace dos meses; en planta, los trabajadores necesitaban diez minutos de relajación en la oscuridad
Dentro del Hospital Clínic de Barcelona: el recorrido de un positivo en coronavirus
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Enviado Especial a Barcelona
El Hospital Clínic es un laberinto. Hay cinco escaleras a cada lado, decenas de pabellones y dentro está integrada la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Es difícil no perderse. Por eso el suelo está divido en dos colores: verde y azul. Verde, hacia la montaña. Y azul, hacia el mar. Si alguien se desorienta por un pasillo, basta con mirar al suelo.
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Sólo la zona de urgencias es un edificio entero. Ahí empieza este recorrido porque es por donde entran casi todos los pacientes, también los que tienen coronavirus. "Al principio a todos los tratamos como si tuvieran el virus. Están bajo sospecha", explica Santi Fernández, la coordinadora asistencial.
Santi lleva más de 30 años trabajando en el hospital, 20 de ellos en urgencias. Llega a las siete y diez de la mañana y se encarga de coordinar todas las plantas. En la más alta, están los pacientes menos graves. Y en la más baja, los críticos. "Los emergentes, porque hay una emergencia vital". A esta planta llegan las ambulancias. "Ojo, ojo, dejad pasar", pide un auxiliar que lleva una camilla con un paciente, una señora mayor.
Colas que daban la vuelta al edificio
El pasillo por el que tiene que pasar la camilla es estrecho. En realidad, casi todo el edificio lo es. La falta de espacio les obliga a ir aparcando camillas a los lados de las galerías. ¿Y esto cómo estaba en marzo? "Era agobiante. Había mucha, mucha gente. Mucha cola. Recuerdo el primer o el segundo día que todo era cola, cola cola... Subíamos por las escaleras y había gente sentada allí. Daba la vuelta al edificio".
Todos los profesionales reconocen no haber vivido nada comparable a esta pandemia. "Ha sido dramático, pero los trabajadores somos 4x4 y nos tenemos que adaptar. Si no, no podríamos aguantarlo. Hay que mantenerse firme. Con el covid, la gente ha dado la vida, verdaderamente ha dado la vida".
Esta sanitaria no va a ver a su familia en navidad, va a pasar "sola" las fiestas. Su madre y su hijo Sergi viven en Andalucía y no tienen pensado juntarse. "Mi hijo y yo ya hemos preparado y cancelado tres viajes. Esta semana me dijo: 'A lo mejor vengo, mamá, pero no te lo voy a decir'. Así que, bueno, ahora estoy con los pelos de punta, por si viene", dice con la piel de gallina. "Esto no es fácil, pero hay que llevarlo porque si no enero va a ser muy malo".
Urgencias, zona de tránsito
Urgencias es una zona de tránsito. La idea es que nadie se quede aquí, si no que siga su recorrido por el hospital o vuelva a casa. Si uno de los pacientes que está atendiendo el equipo de Santi diera positivo en una PCR podría acabar en una planta de hospitalización para enfermos con coronavirus, como la que coordina Margarita Robau. Esta fue una de las primeras plantas Covid que se instalaron en el hospital. Tiene 20 camas y actualmente están todas ocupadas.
Al entrar se ve un pasillo largo con las puertas cerradas. No hay sensación de caos, pero es difícil fijarse en una sola cosa porque hay cientos por todos lados. Está todo lleno de cajas con guantes, con toallitas, servilletas o bolsas de basura. Hay carteles con indicaciones por las paredes. En las puertas de las habitaciones, un folio plastificado con los pasos que hay que seguir para quitarse un EPI. Hay gel hidroalcohólico en cada esquina. Y mensajes de ánimo. "A mi no me han cuidado enfermeras normales, me han cuidado médicos y enfermeras venidos del cielo", dice uno. Hay también carritos por los pasillos con más material: cubos, fregonas, más guantes. En uno hay, además, dos gorros de navidad. "Estas fechas son épocas complicadas. Hay que hacer estas cosas para animarnos todos. No solo a los pacientes, también nosotros formamos parte de ese equipo", explica Marga.
Una tranquilidad aparente
Todo está decorado con adornos de navidad. Los trabajadores han colocado un árbol, bolas por el techo, y han montado, también, un rincón con un homenaje al personal. Está lleno de fotos de trabajadores, en algunas aparecen sin mascarilla. "Eso parece de la prehistoria ya", se ríe Marga. Hay fotos de Sant Jordi, de los aplausos de las ocho o de cuando les llegaron las mascarillas de Hong Kong. En la mesa de control de enfermería hay una caganer vestido de médico, con EPI y gafas. "Me pareció oportuno que tuviéramos un poco más de suerte".
Apenas hay ruido, solo alguna conversación lejana y los timbres de las habitaciones, que suenan de vez en cuando. La situación parece tranquila. "Aparentemente", aclara Marga. "Yo creo que la experiencia y la dinámica de tanto tiempo trabajando nos ha dado esto: una tranquilidad aparente". Antes, en lo peor de la pandemia, bajaban las persianas, apagaban la luz y hacían 10 minutos de estiramientos. Para pensar en otra cosa un momento, para relajarse. Ahora ponen música en el ordenador y a Antonia, una de las señoras de la limpieza, le encanta. Hoy aún no la han puesto.
- Antoñica, hoy no me has pedido los discos solicitados.
- Ay sí, lo echo de menos. La música, falta la música.
Los familiares no pueden entrar en planta a visitar a los pacientes, solo en casos excepcionales. Mantienen el contacto por videollamada. ¿Es duro formar parte de esa comunicación? "Afecta porque a veces las utilizan para despedirse. Vas repitiendo las palabras que le dice la otra persona, porque a veces no se escuchan bien y eso, claro, va sumando". Para Marga, lo más duro de trabajar con esta enfermedad es la carga emocional. Cuenta que los pacientes llegan en buen estado, a pesar de "estar mal", pero pueden hablar y comunicarse. "De repente, empeoran. Estás hablando con uno por la mañana y a la tarde igual lo trasladan a la UCI".
"La vacuna no nos va a salvar de un día para otro"
"No conseguimos bajar de los 40 pacientes críticos", explica Joan Ramon Badía, el coordinador de una de las UCIs que tiene el Clínic. En planta, las habitaciones están cerradas, pero en la UCI las puertas son transparentes. Los médicos pueden ver en todo momento cómo evolucionan los pacientes. Hay pantallas con las constantes en el puesto de control y las camillas están rodeadas de monitores, aparatos y cables. En esta UCI hay diez camas, dos están libres.
Este es un día tranquilo, aunque Badía explica que el de la UCI "es un entorno muy cambiante. Suceden fenómenos de mucha intensidad y con poco aviso". Hay varios trabajadores preparándose para entrar, ayudándose unos a otros a colocarse los EPIS. Otros acaban de salir de un box y están lavando las gafas con lejía, para desinfectarlas. Cuatro sanitarios están en uno de los boxes intentando sentar a un paciente en la cama. Es un hombre mayor que lleva dos meses ingresado en esta UCI. "Es el paciente que más tiempo lleva aquí. Y lo ha pasado muy mal. Ha aguantado como un campeón. Varias veces hemos pensado que no seguía adelante, pero aquí está".
En el box de en frente, hay otro paciente dormido. "Esta persona lleva un mes y pico. Tiene otras enfermedades graves y, a pesar de los tratamientos que tenemos puestos en marcha, no está evolucionando correctamente. Creo que no superará el ingreso", dice Badía. También han tenido aquí ingresados a compañeros del hospital. "Eso te da la idea de que eres vulnerable. Le pasa a un compañero y te puede pasar a ti. Yo a cualquier persona que dice que esto no es nada y que ya está, que no toma precauciones, me lo traería aquí y lo dejaría en un cristal pegado una hora. Para que viera esto".
Badía reconoce que viven con tensión las fiestas y lo que puede que pase después. Por eso, pide "ayuda". Él cree que la vacuna "no nos va a salvar de un día para otro". "Lo que necesitamos es la colaboración de la gente. Que se cuiden, que mantengan la distancia, que lleven mascarilla, que sigan siendo responsables. Esto sigue estando ahí, esto sigue generando mucho dolor todavía. Necesitamos que nos sigan ayudando". Esta segunda ola tiene un punto extra de dificultad que no tuvo la primera. Entonces, todos los recursos iban destinados al coronavirus porque toda la atención al resto de enfermedades se paralizó. El descenso en los contagios ha permitido que el hospital pueda atender a todos los pacientes, a los que tienen coronavirus y a los que no. No quieren dejar de hacerlo. "Es lo que tenemos que evitar, para eso pido ayuda".
Cinco posibles altas
En esta UCI mueren y han muerto muchos pacientes, pero también hay muchos que salen adelante. "Con los primeros que se recuperaban nos emocionábamos, pero ahora ya sabemos que sacamos a muchos. Entonces no lo teníamos tan claro". Cuando salen de la UCI, pasan de nuevo a planta. A una planta como la de Marga. "Cuando llegan aún les queda un largo camino por delante, porque muchos llegan muy flojos", pero ya es una buena noticia.
En el corcho hay apuntadas cinco altas que hay previstas para este lunes. De momento, todas con un interrogante al lado porque aún falta la confirmación definitiva. "Cinco buenas noticias y de cara a la navidad, todavía mejores. Porque significa que van a pasar las navidades con la familia". La semana pasada se fue a casa Sonia, una paciente que hizo este mismo recorrido por el Clínic: urgencias, UCI y planta. "El señor que se la llevaba en la ambulancia le dio la vuelta a la silla para que nos despidiera a todos. Parecía una ministra, diciendo: adiós, adiós... Están muy agradecidos cuando se van a casa".
Marga se sienta en el ordenador y teclea "Michael Bublé" en YouTube. En los altavoces empiezan a sonar canciones navideñas. La de Snowman. Se ríe. Y empieza a recoger el material que anda por ahí encima. "Es que habéis venido cuando está todo más desordenado". Una de las enfermeras espera para entrar a la habitación de un paciente y ya mueve el cuerpo al ritmo de la música. Marga la señala y sonríe como diciendo: "¿Ves?, esto sirve para algo".