Natalia Velilla, jueza: "La mayor mentira que podemos decir es que los jueces funcionamos solo por ideología"
La magistrada de Primera Instancia en el juzgado número 7 de Familia y Protección al Menor de Móstoles acude a 'La Ventana' para hablar de su libro: 'Así funciona la Justicia'
Natalia Velilla, jueza: "Podríamos prescindir del Ministerio de Justicia"
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Madrid
La opinión pública ha señalado durante años a jueces y periodistas como los colectivos peor valorados. Natalia Velilla es magistrada de Primera Instancia en el juzgado número 7 de Familia y Protección al Menor de Móstoles (Madrid), y miembro del Comité Nacional de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria desde 2017, en la que es vocal de Igualdad, Publicaciones y Comunicación. Ha acudido de nuevo a ‘La Ventana’ tras hacerlo el pasado 1 de junio para hablar sobre la salud mental de los jóvenes, y esta vez lo hace para hablar de su libro, ‘Así funciona la justicia’, en el que explica con lenguaje claro sus conclusiones acerca de la profesión y el sistema español.
Velilla ha querido, en primer lugar, echar una de cal y una de arena. Ha considerado que existe una idea irreal sobre los jueces: “La mayor mentira que podemos decir es que los jueces funcionamos solo por ideología". No obstante, también ha señalado el obscurantismo en el colectivo: “Somos poco transparentes. Quizás por nuestra manera de trabajar, lo hacemos de manera muy individualista. Eso repercute en nosotros mismos porque no somos capaces de demostrar al exterior cómo es nuestro trabajo”.
En el libro se puede leer la frase: “Si los jueces trabajáramos ocho horas, colapsaría la justicia en España”. Velilla ha explicado el significado de esta afirmación: “Es una manera de expresar que en España tenemos un déficit bastante grande de medios tanto personales como materiales dentro del ámbito de la justicia.” Ha ofrecido unos datos que la justifican: nuestro país tiene 11 jueces por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea es de 21. “La justicia funciona porque hay personas que se empeñan en que funcionen”, ha admitido.
Ante el descontento de la sociedad española con la justicia, la magistrada ha actuado, paradójicamente, como abogada del colectivo: “La administración de justicia está muy profesionalizada, de gente muy preparada. Se equivocarán porque son humanas, pero están muy preparadas y aplican la ley que nos han dado”. También ha apuntado que existen “carencias legislativas” que provocan la aparición de nuevas leyes, pero que la justicia no puede avanzar tan rápido como lo hace la sociedad. También en libro se puede leer el concepto “alcachofa litigiosa”, que hace referencia a la simplicidad oculta en los temas judiciales: “Muchas veces la realidad es muy compleja pero en el fondo, cuando vas a un juicio, se está debatiendo algo mucho más sencillo. Es ir deshojando esa alcachofa que compramos en el supermercado que es enorme y luego se queda en nada. Es una manera de explicar en qué consiste el trabajo del juez”.
Uno de los aspectos controvertidos del libro es el papel del Ministerio de Justicia y su utilidad: “Si tenemos en cuenta que los jueces dependen del Consejo General del Poder Judicial desde el punto de vista organizativo y gobernativo, y que los juzgados dependen de las administraciones prestacionales que en casi todos los casos son las Comunidades Autónomas, se queda un Ministerio de Justicia con bastantes pocas competencias”.
Velilla también ha explicado qué cambios a mejor necesita la justicia española. “Habría que reformar la organización, pues el modelo actual es arcaico y deficiente. Habría que reorganizar los medios existentes, pero para eso hay que invertir dinero. Luego, por supuesto, crear más unidades judiciales”.