Por qué Pixar no se atreve a hacer una película abiertamente LGTBIQ
El estreno de 'Luca' ha abierto las especulaciones sobre si el estudio está contando una historia gay a través de las metáforas
Madrid
Si el maestro Umberto Eco siguiera vivo disfrutaría a lo grande de las interpretaciones y lecturas que se están realizando de Luca, la última película de Pixar, estrenada en la plataforma Disney Plus. Una historia sencilla que llega después de que su anterior filme, Soul, generara el debate sobre si estamos ante películas para niños o para adultos, por la cantidad de capas y lecturas que generaba. Luca tiene un planteamiento menos ambicioso, cuenta la amistad entre dos niños, monstruos marinos, que quieren salir del agua y disfrutar del verano en un pueblo de la Riviera italiana, con sus vespas, sus helados y sus aventuras, pero con el miedo a ser descubiertos.
Desde que se conoció el primer fotograma de Luca se sucedieron muchos comentarios en redes sociales y en artículos de prensa comparándola con Call me by your name, película sobre una relación de amor entre dos hombres en un verano en Italia dirigida por Luca Guadagnino. "¿Por fin Pixar va a hacer una película protagonizada por una pareja gay?" Se preguntaban entonces fans y periodistas. La respuesta es no, si tenemos en cuenta lo que asegura el director de Luca, Enrico Casarosa, que ya había trabajado para la compañía con su exitoso corto La Luna. Casarosa se hartó de negar en la jornada de entrevistas previas al estreno del filme, que fuera una historia con contenido LGTBIQ.
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En el ensayo El lector in fabula, el semiólogo y escritor Umberto Eco habla de cómo un texto completa su significado cuando lo lee el lector. El autor ha escrito una novela y ha pensado en un lector modelo, nos explica Eco, y esa novela se ha publicado y ha llegado a diferentes lectores, que descubren lecturas o mensajes diferentes. De esta manera, el texto es un mecanismo económico, que necesita de la plusvalía de sentido que el destinatario le pueda dotar. Esto es exactamente lo que ha pasado con Luca, un caco semiótico maravilloso.
Para Eco, el escritor deja al lector o espectador la posibilidad de interpretar lo que él ha creado. Una película no deja de ser un texto, fílmico, pero un texto al fin y al cabo. En Luca, muchos espectadores, entre ellos yo misma, hemos visto una historia amable y bonita de amistad adolescente, de descubrimiento de mundo durante un verano italiano, que habla de ser uno mismo y aceptarnos a nosotros y a los demás. Así la han vendido, además, director y productora durante la promoción.
Sin embargo, ha habido varios críticos que han leído la película como una metáfora de lo que siente un niño homosexual que teme mostrarse según su identidad. "La cuestión se puede ver en detalles muy concretos que específicamente son aplicables a la homofobia y no a otro tipo de discriminaciones y que encajan exageradamente bien en una lectura desde esta óptica. Demasiado bien para no ser intencionado", escribe Iñaki Ortiz en El contraplano. Para Ortiz toda la historia puede leerse en términos LGTBIQ cambiando la palabra monstruo de la sinopsis por la de gay.
Ortiz reconoce que el director ha negado que hubiera detrás una historia gay, cuenta que ha querido retratar una amistad que él mismo tuvo de niño y nada más, también que no hay ningún mensaje queer explícito en la película. Lo cierto es que tampoco hay nada que impida inferirlo.
Umberto Eco explica en el citado ensayo que no todas las interpretaciones de un texto son válidas, sino solo aquellas que buscan unos indicios en el texto y para esto ayudan las referencias culturales y los conocimientos de ciertos espacios o contextos para darle un sentido u otro a un mismo texto. Es a esto a lo que se agarra Ortiz que explica en su artículo el argumento del filme sin mencionar la palabra "monstruo", por lo que cualquier lector podría pensar que ese niño que teme mostrarse como es podría ser un niño LGTBIQ.
"La película indaga en temas de libertad, de ser uno mismo y se puede entender de esa forma, aunque también como una fábula sobre la inmigración. La premisa es tan potente que al final se puede proyectar varias cosas", explica Alberto Corona, periodista y autor del libro La otra Disney. "Hay escenas que se pueden identificar con lo que pueden haber pasado las parejas gais, de ocultar su identidad, de encontrar una red de apoyo, de toparse con gente que no les aceptar. El subtexto sí le da ese sentido", añade. El subtexto es la clave en este embrollo, como lo fue para considerar El nombre de la Rosa algo más que una novela de aventuras, por ejemplo.
Dejemos la semiótica en torno a Luca y centrémonos en el porvenir. De acuerdo, Pixar no ha hecho, de entrada, una película gay, al menos, la compañía así lo asegura. La pregunta es: ¿La hará algún día? Iñaki Ortiz defiende que Luca es una de las películas de Pixar menos conservadoras, junto a Bichos. Y aquí cita en su texto a Pedro Vallín que en Me cago en Godard explicaba que Bichos es una alegoría del comunismo escondida tras una historia infantil y sencilla. Lo mismo que estaría ocurriendo con Luca, como hemos explicado. Según Ortiz, es la única forma de que Pixar y Disney puedan lanzar un mensaje LGTBIQ y anticapitalista en este momento.
Alberto Corona también considera que es complicado: "En un nivel de producción más mainstream, es difícil". "Al final Pixar está en un conglomerado dentro de Disney y piensa en un público internacional y debe introducirse en mercados donde las cuestiones identitarias están perseguidas, como Rusia", añade. La Bella y la Bestia, en el momento de su estreno, tuvo varias escenas censuradas en Arabia o Rusia, por ejemplo. El contexto nos dice que solo en 30 países está permitido el matrimonio igualitario y en muchos lugares todavía se asesina a personas homosexuales, bisexuales o transexuales.
Pixar sí ha ido metiendo personajes secundarios, pero todavía se le resisten los protagonistas. "De hecho, es un chiste recurrente el de la primera serie de Disney que meterá al primer personaje gay", incide Corona. En Toy Story 4 había una pareja de lesbianas, en Onward había un personaje con diálogos que era una policía que hablaba de volver a casa con su mujer. Esperemos que para la próxima historia las cosas hayan cambiado.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...