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'La vida ante sí', una maravillosa forma de narrar

Una novela imposible de definir, escrita con un estilo muy marcado, irrepetible y genial

'La vida ante sí', una maravillosa forma de narrar

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Romain Gary, nacido Roman Kacew en Rusia en 1914, se trasladó a vivir a Francia cuando tenía 14 años. Al terminar la guerra comenzó su carrera diplomática en el Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que le permitió vivir en Sofía, La Paz y Nueva York. Portavoz de Francia en la ONU entre 1952 y 1956, fue nombrado cónsul general de su país en Los Ángeles.

En 1961 abandonó la carrera de diplomático. Romain Gary dirigió dos películas y estuvo casado con la actriz Jean Seberg entre 1962 y 1970. Autor de una obra prolífica que publicó bajo varios seudónimos, motivo por el que fue y sigue siendo el único escritor galardonado en dos ocasiones con el premio Goncourt, con dos nombres distintos.

Entre sus obras destacan las novelas 'Las raíces del cielo' (premio Goncourt), 'La promesa del alba', 'Lady L.' y 'La angustia del rey Salomón'. Romain Gary se quitó la vida en su apartamento de París el mes de diciembre de 1980.

El único escritor premiado con el Goncourt con dos nombres distintos

Romain Gary publicó 'La vida ante sí' en 1975, con el pseudónimo de Émile Ajar. Ganó el premio Goncourt. Es una novela imposible de definir, escrita con un estilo muy marcado, irrepetible y genial. Está llena de humor y de sarcasmo, pero es durísima y cuenta una historia que te encoje el corazón, de gente abandonada, en las fronteras de la sociedad.

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Durante cuatro años, Romain Gary publicó cuatro novelas con el nombre de Émile Ajar, pero en vida negó siempre que él fuese el autor, Émile Ajar. Después de su suicidio, el escritor dejó una nota, en la que Gary se confesaba autor de las cuatro novelas. Nada de esto tendría mayor relevancia, o no habría pasado de ser una broma literaria si no fuera porque a la segunda novela de Ajar/Gary, 'La vida ante sí', le dieron el Goncourt de 1975 y encima fue el best seller del año en Francia, con millón y medio de ejemplares vendidos.

Gary, que ya en sí mismo era un seudónimo, decidió publicar un libro con otro seudónimo. Lo hizo para experimentar las posibilidades comerciales que tendría si abordaba una novela totalmente diferente de las que hasta la fecha había escrito. Pero también reconoció que lo hizo como tentativa para sondear cuánto recorrido tendría su obra si se multiplicaba en diversas personalidades, en diversos escritores, al margen de sí mismo, cambiando de identidad. Esto era algo que, en cierta medida, siempre le excitó, ya que era un hombre sin una identidad originaria, fabricante de su propio pasado, creador de sí como personaje.

'La vida ante sí', segunda novela publicada como Émile Ajar, potencia todas las virtudes y hallazgos literarios de su anterior novela. La eficacia del estilo es enorme, por su brillantez, por su concisión y por el incisivo humor ironizante desde la ingenuidad amoral. Hay en esta novela una corriente de dulzura llena de franqueza, incluso para hablar de la miseria, la marginación y la imposible lucha por la felicidad de los derrotados. Y es con los derrotados con quienes Gary (transmutado en ese Ajar) siempre se alinea, en todas sus novelas, describiendo y profundizando en su capacidad heroica, como sucederá con los personajes de 'La vida ante sí'.

Momo, el niño de 11 años encargado de narrar la historia 

La novela gira en torno a los vecinos de un inmueble, en un barrio popular de París. Son todos derrotados, travestidos, prostitutas, viejos frustrados, niños recogidos, un mundo en el que conviven los negros de África, los magrebíes de Marruecos y Argelia, los judíos de cualquier parte. La historia está narrada por un niño de 11 años, Momo, de origen árabe. Su madre, una prostituta, lo dejó al cuidado de la señora Rosa, en cuya pensión hay otros muchachos de la misma procedencia familiar. La señora Rosa es la gran protagonista de esta novela, el foco afectivo de la historia y de la vida de Momo. Es una anciana que cuida y enseña a los hijos de las prostitutas a quienes persigue la autoridad y la policía. La escalera se torna un escenario de vecindad en el que se cruzan todos los inquilinos, seres tratados con una gran ternura nada edulcorada, y asomados todos al abismo del destino incierto, del final o del fracaso.

'La vida ante sí' se convierte en un gran éxito, descomunal en su momento. Paradójicamente, vuelve a repetirse, pero en mayor medida, el éxito de ventas de 'Las raíces del cielo', Goncourt de 1956. El talento genial de Gary dio los siguientes frutos: en cuatro años escribió las cuatro novelas de Ajar más otras cinco obras firmadas con su verdadero nombre. La gran vitalidad y la capacidad de regeneración literaria son en sí una muestra de talento desbordante. La infancia es importante para Gary. Y esta novela, más que otras en las que el factor autobiográfico es manifiesto, conserva un homenaje simbólico al niño que fue él cuando, con 14 años, llegó de Moscú, con su madre, a Francia. Salía de un mundo duro y cruel (la Unión Soviética de los años 20), un mundo que él asoció más de una vez con un prostíbulo.

La señora Rosa, como judía que es, pasó por el campo de Auschwitz y sobrevivió milagrosamente; los terribles recuerdos de esa experiencia la atormentan una y otra vez, amargando sus últimos años. Su esperanza es ir a Israel. Momo será quien la alivie de ese sufrimiento, a la vez que es testigo de las historias de todos los vecinos, quienes cruzan su vida con la de la singular anciana. Ella vive entre fantasmas y Momo va a traer una bocanada de una manera fresca e ingeniosa. Por otra parte, hay un maravilloso mensaje de convivencia entre culturas, la islámica y la judía, en un momento histórico en que el conflicto en Israel acababa de superar una guerra.

Este artículo contiene fragmentos del prólogo de Adolfo García Ortega en la edición de Debolsillo

 
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