Amós García, sobre la obligatoriedad de las vacunas: "Soy más partidario de convencer"
El presidente de la Asociación Española de Vacunología no descarta que obligar a los funcionarios que estén más en contacto con los ciudadanos a vacunarse sea una opción si no conseguimos convencerles de que lo hagan
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Madrid
El acelerón en el ritmo de vacunación se empieza a notar: España ya es el país de los 50 más poblados del mundo con un mayor porcentaje de población vacunada con pauta completa. Ahora mismo, el 54,7% de la población tiene ya las dosis necesarias y un 66% tiene al menos una. Lo que más preocupa es el repunte de casos: tenemos una incidencia acumulada a 14 días de 700 casos por cada 100.000 habitantes, según los datos del Ministerio de Sanidad.
La situación epidemiológica está propiciando el debate sobre la obligatoriedad de las vacunas, que plantea serios dilemas éticos. Entre otras cosas, porque la peligrosidad de las nuevas variantes puede alargar el objetivo del 70% de la población vacunada, que puede ser insuficiente para conseguir la inmunidad de grupo. En algunos países como Francia, Italia o Grecia se está planteando ya sancionar o despedir a los sanitarios o al personal que atienda a personas vulnerables si no se quieren vacunar. Hoy lo hemos analizado en La Ventana con Amós García, el presidente de la Sociedad Española de Vacunología.
Convencer, más que obligar
García es más partidario de convencer que de obligar a vacunarse, aunque hay límites: “El Gobierno de Canarias se está planteando obligar a algunos funcionarios a vacunarse. ¿Qué tipo de servicio público estamos prestando si no somos capaces de cubrir las necesidades de los ciudadanos? Yo soy muy respetuoso con las libertades individuales y prefiero convencer, llevar el discurso científico al límite. Pero si llega un momento en el que no convencemos a los sectores que están muy en contacto con la ciudadanía, igual tendríamos que abrir el debate [de la obligatoriedad para esos sectores]”.
El epidemiólogo incluso limita más la discusión: “¿Es razonable que un cirujano no se lave las manos antes de entrar en un quirófano apelando a su conciencia?”. Pero para que ese esfuerzo pedagógico sea efectivo, “hay que convencer no solo con la cabeza, también con el corazón”.
El doctor también ha sufrido la polarización y esa falta de piel en primera persona. Ayer denunció en Twitter los insultos que recibió por la calle mientras paseaba con su mujer. No le sorprende, pero advierte: “Es una situación muy desagradable, un síntoma más del perfil de comportamiento que se está dando en la sociedad, que no es ajeno al debate político. Pero no me extraña. Lo lamentable es que la falta de argumentos se traduzca en violencia verbal. Y a la violencia física solo hay un paso”.