Un folio se convierte en el mejor mensaje al mundo
Esas cuatro mujeres afganas se merecen que les dediquemos estas líneas. No sabemos como se llaman, no conocemos sus historias, quizá tampoco sea importante. Las cuatro se han convertido en la emocionante imagen de la resistencia, de la dignidad, de la fortaleza
La firma de Pedro Blanco. / PABLO PALACIOS
Madrid
Se lo merecen. Esas cuatro mujeres afganas se merecen que les dediquemos estas líneas. No sabemos como se llaman, no conocemos sus historias, quizá tampoco sea importante. Las cuatro se han convertido en la emocionante imagen de la resistencia, de la dignidad, de la fortaleza.
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De pie, frente a milicianos talibanes con sus fusiles, armadas con folios y valentía. En esas hojas de papel hay más verdad que en todos los discursos autoexculpatorios que hemos oído y que escucharemos estos días en boca de los grandes estrategas, en esas hojas hay más lecciones que en todo el paletismo tuitero que lleva horas españolizando el análisis de lo ocurrido en Afganistán, pero qué patéticos pueden llegar a ser algunos...
Un folio se convierte en el mejor mensaje al mundo: la firma de Pedro Blanco
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Los que mandan, los que no supieron interpretar lo que ocurriría en Afganistán después de 20 años sobre el terreno, los que ocupan las cocinas de la geoestrategia, tienen que decidir ahora qué tipo de relación quieren tener con los talibanes; negociar, solo hablar, limitarse a observar, aislarles internacionalmente, cerrar el grifo del dinero y mantener abierto el de la ayuda humanitaria, intentar contener la crisis migratoria en los países vecinos o prepararnos para recibir aquí una parte de ese probable éxodo. Qué hacemos, pues, con los talibanes. Y la respuesta que buscamos pasará por tener en cuenta qué harán los talibanes con su pueblo, y ojala, cuando llegue el momento de decidir, en todos los despachos la imagen de esas cuatro mujeres, en estos tiempos de rebeldías de salón y teclado, de valientes de pantalla táctil, un folio se convierte en el mejor mensaje al mundo... ojala muchos tuviésemos esa fortaleza para soportar el peso de una hoja de papel.