Niños "muertos en vida" en Pademba
Misiones Salesianas muestra la prisión superpoblada de Sierra Leona en la que los menores conviven con adultos y expuestos a todo tipo de abusos
Para el padre Jorge Crisafuli la prisión de Pademba es el infierno en la tierra. “Entrar en ese penal es como entrar en el infierno, porque sinceramente, hay que dejar de lado toda esperanza”.
Pademba Road está en Freetown, capital de Sierra Leona, uno de los países más pobres del mundo. Con 324 celdas, ha llegado a tener hasta 2.300 presos. Ahora alberga a más de 1.500, por lo que los presos están hacinados, a veces conviven diez en una habitación pensada para una persona.
Pero aparte de las condiciones de insalubridad en las que se encuentran, sin agua corriente ni saneamiento, lo que más impactó a los misioneros y trabajadores sociales de Don Bosco Fambul que trabajan para apoyar a los reclusos, fue la cantidad de niños que encontraron encerrados junto a adultos por delitos menores como robar un teléfono o caminar solo por la calle.
Su historia la muestra el documental “Libertad” de Raúl de la Fuente. El padre Jorge Crisafuli visitó la prisión por primera vez en 2013 y lo que encontró fue una realidad surrealista, según sus propias palabras. “Nos encontramos con menores que comían una vez al día en celdas que eran para una persona y donde había nueve, diez presos sin agua, enfermos, flacos, a veces pesando treinta kilos”, recuerda.
Desde entonces decidieron actuar para cambiar esa situación. A su llegada “no había ni agua corriente”, por eso una de sus primeras intervenciones fue hacer 12 pozos de agua, renovar todas las tuberías, construir duchas, baños y pozo séptico para mejorar la condición sanitaria de los presos.
En esas condiciones, los menores están expuestos a todo tipo de abusos verbales, físicos, sexuales y emocionales. Crisafuli cuenta que esa violencia empieza en los propios guardias, que “los tratan de basura, diciéndoles que están ahí porque se lo merecen, que no van a salir nunca y que tienen menos derechos que una cucaracha”.
Esos menores llegan casi siempre sin documentación y sin que la familia sepa dónde están. Muchos se hacen adultos en la cárcel o mueren en ella. “Prácticamente es como estar muerto en vida”, dice el padre Jorge Crisafuli.
Los misioneros han logrado sacar a 45 menores de Pademba, aportan comida y apoyo sanitario y pagan las fianzas de los jóvenes y niños. Tras su salida empieza otra fase de su trabajo, la de reinserción. Para quienes no tienen a dónde ir a su salida de prisión, Don Bosco les ofrece acceso a una familia y la posibilidad de estudiar. “Hay muchas historias de éxito y también algunas de fracaso porque vuelven a la calle y vuelven a reincidir y terminan nuevamente en la prisión”, reconoce Crisafuli.
El contexto es el de un país que, además de pobre, ha sufrido diez años de guerra civil hasta 2002, una epidemia de ébola y otras catástrofes naturales. “Un país duro, difícil, muy pobre, con muchos desafíos y acostumbrado al sufrimiento”, lo describe Crisafuli.
Según datos de Misiones Salesianas, más de 1,2 millones de menores en el mundo se encuentran privados de libertad, en muchas ocasiones por crímenes menores y sin juicio previo.