El precio psicológico de una catástrofe, cómo compensar el sufrimiento de perderlo todo

Madrid

El próximo 18 de octubre se celebrará en Castellón un juicio en el que más de un centenar de víctimas de los seísmos producidos por el Proyecto Castor, frente a las costas de Tarragona y Castellón entre los años 2012 y 2013. Reclaman a la empresa concesionaria, ESCAL-ACS, casi dos millones de euros que serían unos 15.000 euros para cada uno de los afectados. Reclaman daños por la ola de pánico que provocaron los terremotos en la zona entre el Delta del Ebro en Tarragona y Vinaroz en Castellón. “Las niñas no quieren quedarse solas en algunas zonas de la casa” cuentan los vecinos organizados en la Asociación de Afectados por la Plafatorma Castor, APLACA. Se despertaban por la noche aterrorizados, dormían fuera de casa por miedo a un derrumbe o se organizaban en las escuelas simulacros de emergencia sísmica. Todo eso se ha valorado para reclamar ahora daños psicológicos. Nos lo cuenta el abogado de BCV LEX, experto en responsabilidad civil, valoración de daños y catástrofes, Carlos Villacorta. Y ¿cómo se cuantifican esos daños, cómo se puede calcular el daño moral, basado en criterios subjetivos y que sea creíble en un tribunal? Sara Bosch, psicóloga especializada en trastornos post-traumáticos y perita forense, nos ha explicado que se establece en base a unos varemos y entrevistas con los afectados siguiendo unos protocolos para determinar el nivel de daño causado, y las consecuencias que para su vida cotidiana ha tenido ese suceso. “No todo el mundo responde igual” ante un hecho traumático y eso también hay que tenerlo en cuenta para calcular las compensaciones. Hay quien se recupera enseguida y quien desarrolla una patología crónica que le condiciona su vida. Sara Bosch denuncia que ante la situación post-traumática, después de la pandemia, no existen suficientes profesionales en la sanidad pública para afrontar los problemas mentales que están surgiendo. Un estudio internacional ha valorado este impacto y refleja que los cuadros de depresión y ansiedad ha aumentado un 25% tras la pandemia.

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