Hibristofilia o por qué hay quienes se enamoran del mal
Por extraño que parezca, algunas personas sienten atracción hacia gente peligrosa que está cumpliendo condena por asesinato
¿Te enamorarías de un hombre que ha sido condenado por la muerte de 33 mujeres? ¿Llegarías incluso a casarte con él en prisión? A pesar del terror y del rechazo que causan en la sociedad, las numerosas vidas arrebatadas con sus propias manos y el triste drama que viven las familias de las víctimas, miles de mujeres en todo el mundo se sienten atraídas por asesinos, asesinos en serie, violadores y maltratadores. Actualmente, en Gran Bretaña más de 100 mujeres están comprometidas o casadas con hombres condenados a la pena capital en estados Unidos. En este país se las conoce como Killers Groupies, y sobre ellas hemos hablado en Si amanece nos vamos.
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Muchas les envían cartas de apoyo, de comprensión, de ánimo o incluso cartas de amor así como emails, fotografías personales, dinero… Otras conocen a estos sujetos, al visitar a otro preso o porque tienen un contacto directo y personal con estos hombres por motivos profesionales tratándose de abogadas, asistentes sociales, voluntarias o activistas que trabajan haciendo campaña contra la pena de muerte.
No debemos olvidar que muchos de estos asesinos y asesinos en serie son psicópatas, incapaces de sentir afecto, amar o empatizar. El ser conocedores de la admiración, el amor e incluso el deseo sexual que despiertan en algunas mujeres alimenta aún más su nutrido ego. Es ahí, en esas mujeres, donde ellos ven la gran oportunidad de aprovecharse de ellas, de llevar una vida parasitaria en la que incluso a veces reciben dinero de estas mujeres, para poder conseguir objetivos muy concretos, manipulándolas de forma cruel. Para ellos, el fin justifica los medios y si deben decirlas que las aman, lo harán. Y ellas es justo, lo que quieren o necesitan oír.
Y es que, como dijo Séneca, el amor… no se asusta de nada. Por cierto, cuanto más malvados, más deseados… Ted Bundy o Richard Ramírez son ejemplos norteamericanos pero en España, José Rabadán o Miguel Carcaño recibieron cientos de cartas de amor de adolescentes que les decían que estaban enamorados de ellos…