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Egas Moniz, el inventor de la lobotomía

Recordamos la figura de Egas Moniz, un neurólogo portugués que se hizo muy famoso por sus descubrimientos en torno al cerebro

Egas Moniz, en su despacho trabajando / GETTY IMAGES

No vamos a entrar en una biografía completa, pero sí que te diré que antes de interesarse por la fisiología humana estuvo entregado a la política de su país, y llegó a ser embajador de Portugal en España y ministro de Asuntos Exteriores. Pero él había estudiado medicina, y a los 51 años, en 1926, decidió que volvía a dedicarse a su vocación inicial. Y ojo, que aquí no quiero poner en duda ni la capacidad ni algunos de los logros de Moniz, pero lo que le valió

También hay que remarcar que era un hombre muy de su época, que era bastante bruta. Una de las curiosidades de su caso es que estuvo cerca de ganar el Nobel por su primera gran aportación a la ciencia, y hubiera sido bastante más merecido. El área de estudio de Moniz era el cerebro, y fue el primero en desarrollar la angiografía, que es la introducción de un líquido en el cerebro para poder ver el estado de sus vasos sanguíneos, y así poder visualizar si había tumores.

Aunque en sus tres primeros pacientes utilizó una solución que no sólo no funcionó, sino que causó la muerte de uno de ellos. Pero vamos, que lo que te decía antes, que la ciencia avanza así, y más en la primera mitad del siglo XX. Pero la cuestión es que no ganó el Nobel con esta aportación a la ciencia. Pero Moniz pasó a centrar su interés en los desajustes del cerebro que son causantes de desequilibrios psíquicos.

Y su teoría era que quitando materia del lóbulo frontal, que se mejoraría la salud mental de pacientes con condiciones como la esquizofrenia. Es decir, que con un procedimiento quirúrgico en el cerebro se podría alterar la manera de actuar de una persona. La idea parece ser que le vino por un estudio de dos fisiólogos de Yale, que quitaron los lóbulos frontales a una chimpancé llamada Becky, que había sido de temperamento volátil, y que después del procedimiento era bastante más mansa y colaboradora.

En la actualidad es un procedimiento que conocemos como lobotomía, aunque Egas Moniz inicialmente lo llamaba “leucotomía”. El propio Egas Moniz tenía un problema de gota que le impedía mover bien las manos, y además no tenía ninguna preparación como cirujano, por lo que no fue él quien llevó a cabo el procedimiento.

La primera paciente, o víctima, de Moniz fue señora de 63 años que sufría de depresión, ansiedad, alucinaciones e insomnio. En noviembre de 1935, El ayudante de Moniz no sólo le hizo la trepanación en el cráneo para quitarle tejido del lóbulo frontal: también la inyectaron alcohol. Dos meses después del procedimiento, un psiquiatra examinó a la paciente y destacó que su ansiedad y su estado nervioso habían experimentado una mejora.

Moniz hizo más procedimientos, y no tardaron en salir seguidores de su técnica. Dos neurólogos americanos lo importaron a Estados Unidos y lo rebautizaron como “lobotomía”. El 10 de diciembre de 1949, Moniz recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por sus contribuciones a la psicocirugía y a la psiquiatría.

Inicialmente fue un gran éxito. Aunque había voces alertando de los efectos secundarios de esta práctica, un neurólogo llamado Walter Freeman hizo una gran promoción del procedimiento en los medios, definiéndolo como una cura milagrosa. También hubo un uso digamos que casi cínico del procedimiento: era más fácil controlar a los pacientes de los hospitales psiquiátricos después del procedimiento. Pero lo espeluznante de Estados Unidos es que no sólo se promocionaba como una cura para personas con diagnósticos severos, sino que servía incluso para gente que sólo tenía ciertos problemas a la hora de relacionarse. Se calcula que sólo en los Estados Unidos se realizaron más de 5000. Entre ellas, una a la hermana de John Fitzgerald Kennedy, Rosemary. Por cierto que fue este mismo Freeman el que presentó a Moniz como candidato al Nobel. Que evidentemente no lo hacía de forma desinteresada: le beneficiaba directamente que se considerase un procedimiento tan seguro como revolucionario.

El caso de Rosemary Kennedy, por ejemplo, fue publicitado como un éxito pero después se vio que había severamente discapacitada tanto física como mentalmente. Hasta un 15% de los pacientes de Freeman murieron después del procedimiento, y muchos tuvieron una mejora inicial para después quedar mucho mejor. La última operación que realizó Freeman fue en 1967 con una paciente que murió. Pero para que nos hagamos una idea del desprestigio que tenía la práctica ya entonces, pensemos que el libro de Alguien voló sobre el nido del cuco se publicó en 1962, y ahí ya se retrata la lobotomía como la destrucción de la personalidad del paciente.

Moniz murió en 1955, así que no lo vivió de lleno, no vio caer en desgracia su invento. Lo curioso es que su reputación digamos que tiene dos vertientes. Por una parte, en el mundo de la psiquiatría ha habido muchas voces pidiendo que le retiraran el Premio Nobel, entre ellas las de la asociación de víctimas del proceso, pero en cambio en Portugal sigue siendo visto como un héroe nacional, y a día de hoy sigue habiendo una estatua suya delante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa.

 
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