Redes contra la soledad
Asociaciones y voluntarios tratan de paliar el aislamiento no deseado que sufre una de cuatro personas de los países industrializados
REDES CONTRA LA SOLEDAD
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Madrid
En el panel de un supermercado de Bilbao hay una nota en la que se lee: “Busco amigas de 60 años o más”. Incluye un número de teléfono y un nombre. Al marcar el número, al otro lado de la línea responde una mujer de algo más de 65 años que lleva toda la vida dedicada al cuidado de personas mayores y hace unos cuantos meses que se jubiló. No está familiarizada con las redes sociales ni el manejo de Internet, y reconoce que siempre ha sido tímida. Vive con su hermano, pero no es su amigo. La amiga con la que siempre ha congeniado y se relacionaba no se encuentra bien de salud y ahora casi no se ven. No ha hallado más opción que colgar este aviso que suena a grito de socorro. Confiesa que se siente sola y con poco que hacer. No busca nada especial: simplemente quiere salir, pasear, charlar y tomar algo; contactar con otras personas y contar con un círculo social en el que sentirse arropada.
La mujer del anuncio sufre soledad no deseada, aquella que se produce cuando las relaciones interpersonales resultan insuficientes o no tienen la calidad o intensidad que necesitamos. Se trata de un problema generalizado: afecta a una de cada cuatro personas de las zonas industrializadas, y la Organización Mundial de la Salud ha advertido de que supone uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud. Tanto que países como Reino Unido o Japón han puesto en marcha ministerios contra la soledad para intentar frenar este mal que acecha a las sociedades contemporáneas y que, según algunos estudios de salud pública, es igual de perjudicial que fumar 15 cigarrillos al día.
La pandemia ha aislado y sumido en la soledad a muchas más personas de todos los grupos de edad. Sin embargo, Ana Margarito, presidenta de la plataforma 60ymucho+, afirma que no es ninguna novedad, hace tiempo que saltaron las alarmas, aunque el confinamiento la ha puesto de manifiesto y la ha hecho más visible. Para las personas mayores la soledad no deseada es más complicada porque es más difícil de revertir, mientras que para los jóvenes puede suponer únicamente una etapa pasajera provocada por alguna circunstancia personal, como la pérdida de empleo. El aumento de los hogares unipersonales, la estigmatización de la jubilación y el envejecimiento y los achaques de salud son algunos de los condicionantes que inciden en la soledad. La buena noticia es que existen modos de combatirla, además de unos servicios sociales bien dotados y el apoyo público, las asociaciones y voluntarios que ofrecen amistades y propician la interacción social pueden funcionar.
Un domingo de noviembre, en la única plaza que hay en el barrio de Salamanca, se encuentran por primera vez para tomar el aperitivo un grupo de personas vinculadas a la plataforma 60ymucho+, que trabaja y se coordina para mejorar la vida de las personas seniors. Como ellos, hay otras asociaciones en distintas partes de España (Viejenials, VidaSilver…), que caminan en la misma dirección. A la cita acuden 40 interesados de una amplia franja de edad --desde los 50 años hasta los 80--. Son matrimonios, viudos, divorciados y sobre todo amigas que quieren ampliar su círculo.
Muchos están jubilados y otros en el umbral de esta alteración de la vida. Se presentan poco a poco. Uno de ellos interviene: “Me quedan 17 días para la jubilación, como la condena”. Otra mujer señala: “Yo era profesora, bueno soy”, se corrige. La jubilación supone para muchos un abismo. Omar Culi, médico y director de la Cátedra de Envejecimiento de la Universidad de Valencia, explica que, aunque no debería de ser así, la jubilación es un cambio de roll que a veces es una especie de estigmatización: “Pasas de una fase activa en la que contribuyes a la sociedad a una pasiva y a ser ‘ayudado’ porque cobras una pensión”. El médico aclara que no se trata de autoimponerse un conjunto de obligaciones familiares y cuidar de los nietos. Es una etapa más de la vida en la que la persona tiene que elegir qué hacer. “Las personas mayores pueden cansarse, pero deben hacerlo con aquello que quieran”.
El ánimo de todos los que asisten al aperitivo es positivo, proactivo y entusiasta. Se presentan y también se confiesan, y de alguna manera, van encarnando todos los rostros posibles que tiene la vida más allá de los 60. Eduardo abre así su discurso: “Me gusta mucho hacer networking”, pero Pilar admite: “No soy nada moderna”. Ella dice que “se estrena en la tercera edad” porque acaba de cumplir 65. Viene acompañada de su marido. Reconoce que es una etapa y buscan una manera de afrontarla porque se ha marchado de casa la última de sus hijas: “La casa se ha quedado vacía”. Su marido, justifica su asistencia: “Mi tema es que me he jubilado”. Y Juan, que se divorció hace un año, se abre en canal: “Soy muy tímido, estoy solo porque no tengo a nadie y he perdido el contacto con mis amigos”. Concha también piensa que “a estas edades se está más solo”, pero hay quien anima el ambiente: “Mejor pedir paella para dos que para uno”.
Entre vino y vino comparten que les preocupa la falta de espacios para satisfacer sus necesidades, que a veces sienten que ya no tienen tanto que aportar y que resulta difícil conocer a gente en su franja de edad. Ana Margarito, la presidenta y organizadora del encuentro, dice que le entristece mucho la soledad de los mayores, y que su figura está infravalorada: “Estamos cometiendo un error: sectorizar a la población”. Defiende que los mayores no pueden cruzar una barrera en la que pasen a ser invisibles, y concluye con una invitación: “Nos tenemos que dar una pensadita”. Pero hablan de la vida con tranquilidad, y entre los congregados allí se buscan y se encuentran:
- ¿Hay algún motero en la sala?
Se levantan al unísono cuatro manos. Todos ríen cómplices.
El compromiso por acabar con la estigmatización, las etiquetas y la marginación es tal que también han saltado a la dimensión política. Algunos miembros del partido Tercera Edad en Acción acuden al aperitivo a título personal, pero hablan de la necesidad de cambio también político. Nuria Martínez Ros, su presidenta, es clara: “Es la única manera de llegar a las instituciones”.
Isabel F. Pedrote
Graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual en Sevilla. Máster en la Escuela de El País. Ahora...