La trivialidad del egoísmo
Aludía a que los perversos muchas veces no parecen malvados, sino que se comportan solo como burócratas grises, metódicos, sumisos, obedientes
La trivialidad del egoísmo
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Barcelona
Si un día viajan a Ámsterdam, vayan al museo de Ana Frank. A la que fue casa familiar de aquella niña judía que escondida con su familia, estuvo más de dos años en un zulo escribiendo su diario. Fue delatada y descubierta y acabó asesinada en los campos nazis de la muerte. Auschwitz, Bergen Belsen. Léanlo y denlo a leer a los chavales. En casa se le aprecia especialmente. Tiene los honores y el respeto de los grandes libros, con la Biblia, 'El Quijote' y 'El Capital'. Más que por su excelencia literaria (que la acarrea), porque se eleva a testimonio, ingenuo y brutal, de la humanidad. Y de la brutalidad humana. A quienes hayan vivido esa experiencia, y a quienes vayan a tenerla, les impresionará lo que hemos conocido hoy. Que los Frank fueron denunciados a la Gestapo por un notario, también de la tribu. También judío. Un hombre pulcro, discreto, seguramente amigo o al menos conocido que entregó a los Frank para salvar su vida. La periodista y filósofa Hannah Arendt escribió en 1961 sobre la "banalidad del mal". Aludía a que los perversos muchas veces no parecen malvados, sino que se comportan solo como burócratas grises, metódicos, sumisos, obedientes. Alguien debería escribir sobre la trivialidad del egoísta. Trivialidad, sí. Homicida, también.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...