Perder la confianza

Madrid

Perder la confianza es uno de los riesgos más serios que corren las democracias. Confianza en sus políticos, en la integridad del sistema electoral y, desde luego, en la administración de Justicia. Cualquier acontecimiento que pueda provocar esa desconfianza ciudadana tiene que ser explicado minuciosamente por los responsables del entuerto. Por ejemplo, hace falta que el Consejo General del Poder Judicial (ese consejo tan interesado en la futura ley de vivienda y en mantenerse en sus puestos pese a que sus cargos estén caducados hace tres años), ese Consejo, digo, explique con mucho cuidado qué ha pasado en el juzgado número 4 de Torrijos (Toledo). Lo poco que se sabe hasta ahora es que la policía detuvo a un presunto narcotraficante de heroína en virtud de una orden de dicho juzgado y que en el momento del arresto se incautaron nada menos que 55 toneladas de la droga. Sin embargo, tres días después el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha decretó la inmediata puesta en libertad del detenido y de varios de sus colegas, arrestados en el mismo caso, por considerar que el mencionado juzgado número 4 había vulnerado el derecho de defensa y publicidad del proceso del presunto narcotraficante. Es evidente que alguien tiene que explicar muy cuidadosamente quien, como y por qué cometió un fallo tan sangrante y tan oportuno. Detener a un presunto narcotraficante con 55 kilos de heroína y dejarle en libertad por un error judicial tan elemental como el que explica el auto del Tribunal Superior exige muchas, muchas investigaciones, y muchas, muchas explicaciones del CGPJ. Si es que sus miembros tienen algo de tiempo para trabajar.