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La ciencia lo confirma, el cerebro necesita abrazos

Abrazar es sano, como ha confirmado en La Ventana la neurocientífica Raquel Marín, que recomienda abrazar lo máximo posible porque nuestro cerebro lo necesita

La Ventana a las 16h | Día internacional del abrazo

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Madrid

El contacto piel con piel es esencial para el correcto desarrollo del cerebro, esta es la conclusión a la que ha llegado la neurocientífica y catedrática de la Universidad de La Laguna Raquel Marín, también autora del libro ‘Pon en forma tu cerebro’, que se ha asomado a La Ventana a celebrar el Día Mundial del Abrazo y explicar por qué son tan importantes para nuestra salud.

Marín asegura que nuestro cerebro está forjado para que vivamos en contacto físico y social con los demás. “El cerebro necesita abrazos”, ha explicado.

Falta de abrazos, falta de felicidad

Pero, ¿qué pasa si estamos faltos de abrazos? Marín ha explicado cómo la falta de contacto entre las personas puede causarnos numerosos problemas de salud: “El contacto físico genera también unos cambios químicos, a nivel cerebral hay sustancias como la dopamina, todo lo relacionado con la motivación, el placer, la memoria y la serotonina, relacionada con el ánimo y con el sueño”.

“Si te abrazan poco puedes ser más proclive a tener insomnio, porque es una de las sustancias que se necesitan para fabricar melatonina, que es la hormona que necesitamos para dormir”, ha contado la neurocientífica.

La soledad y la ausencia total de tacto pueden además aumentar el riesgo de depresión, ansiedad o incluso neurosis. También de disfunción sexual, ya que como explica Marín “a través del abrazo también generamos hormonas del apego como son la oxitocina, que también se producen en el orgasmo”.

El tacto, esencial para el desarrollo

Los humanos no somos como otros animales que cuando crecen se alejan para vivir en solitario. Las personas necesitamos el tacto desde que nacemos, pero además de ser así a nivel emocional, el tacto es esencial para el desarrollo de nuestros cerebros.

Así lo explica Marín, que ha recordado que “la piel es un órgano muy grande y muy pesado, y el cerebro tiene un contacto directo sensorial con la piel”, y por lo tanto “mucho de lo que aprendemos sobre el mundo es a través de la piel”.

“En los primeros años de vida el cerebro tiene una serie de ventanas que permanecen abiertas hasta que, como el cerebro es muy ahorrativo porque gasta mucho, las cierra, a veces definitivamente”, por lo que es muy necesario que durante esos primeros años nos rodeemos de abrazos para desarrollar todo nuestro potencial.

“A medida que vamos desarrollando este tacto, lo asociamos a una memoria que nos queda como impronta propia, ciertos tipos de roces y tactos se quedan para siempre, y de hecho se evocan y se buscan posteriormente para la sensación de placer, de confianza, de seguridad en ti mismo”, ha añadido Marín.

Como conclusión, la neurocientífica recomienda abrazar lo máximo posible, a nuestros hijos, nuestros amigos, padres y madres, parejas y seres queridos en general, no solo porque nuestro cerebro nos invita a demostrarles afecto, sino porque este órgano lo necesita.

Paula García

Paula García

Redactora en prácticas en La Ventana desde 2021. Previamente en la Agencia Efe en Madrid y Berlín, Alemania....

 
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