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La opinión no se puede devolver aunque conserves el tique

'La Mirada' de Miguel Sánchez Romero en 'Hoy por Hoy'

Calle Gran Vía en Madrid. / Jesus Hellin/Europa Press via Getty Images

Madrid

Hoy estaba muy contento porque debutaba en la SER. Hasta que se lo he contado a mi mujer. Me ha mirado muy seria y me ha dicho: “¿Tertuliano? ¿Es que nunca vas a dejar de avergonzarme?” Le explicado que no se trata de una tertulia sino de una columna de opinión donde expreso mi visión sobre algo sin tener que entrar en debates. “Típico de ti -me ha contestado-, no soportas que nadie te lleve la contraria”. La verdad es que me conoce de puta madre.

También se lo he contado a mis padres. Mis padres murieron hace años, aunque puedo conversar con ellos gracias a una tarifa de móvil que me permite hablar gratis con el más allá pero me arruinaría si llamase a Móstoles. Mi padre no ha mostrado mucho entusiasmo: “¿A alguien le interesa tu opinión? Eso es porque todavía no la ha oído. Intenta que te paguen por adelantado”.

A mamá también le preocupa la cuestión económica: “Si opinas de algo y luego no les gusta, ¿también te pagan?”. “Sí, mamá. La opinión no se puede devolver aunque conserves el tique”. “Ah, claro hijo, como los melones”.

Que comparen lo que opino con un melón no ha sido lo más sorprende de la charla. Antes de despedirnos, mi padre me ha hecho una advertencia en tono severo: “Hijo mío, espero que tengas en cuenta nuestra situación. Ni se te ocurra opinar mal de la Iglesia no vayan a represaliarnos”. “Pero, papá, estáis muertos. ¿Qué os pueden hacer?” “¿Que qué nos pueden hacer? Resucitarnos. Es nuestra pesadilla desde que llegó la carta de Marina Castaño”.

 
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