24 horas en la casa de Gran Hermano

Guadalix de la Sierra (Madrid)

Sin móviles, relojes, nada para escribir ni leer y bajo la vigilancia constante de 46 cámaras de televisión. Desde las doce del mediodía del pasado viernes hasta la misma hora de ayer sábado, un grupo de 11 periodistas seleccionados por la organización de Gran Hermano convivió en la casa-plató del conocido concurso en las mismas condiciones que los concursantes.

Más televisiva que nunca. Así es la casa de la quinta edición de Gran Hermano. Todos las habitaciones y rincones de la casa están especialmente diseñados para que las 46 cámaras del inmenso plató (más de 300 metros cuadrados) no pierdan detalle de lo que hacen sus habitantes en todo momento.

Por primera vez desde la creación del concurso, un grupo de jóvenes periodistas (cuatro chicos y siete chicas) ha permanecido en la casa-plató durante 24 horas en las mismas condiciones que los concursantes. Una experiencia muy positiva para pasar un fin de semana de vacaciones con 10 compañeros de profesión, pero casi imposible de aguantar durante los 100 días que establece el concurso.

Antes de cruzar el umbral de la vivienda de Guadalix de la Sierra, todos los móviles, aparatos elecrónicos, relojes y cualquier material para escribir o leer fueron requisados por el equipo del programa. Así, sin horarios ni comunicación con el exterior y siempre con el micrófono colgado al cuello, comenzaba la convivencia.

Para animar la jornada, el equipo de guionistas preparó dos pruebas similares a las que tienen que enfrentarse los participantes del programa. La primera de ellas, una cata de vinos, sirvió para demostrar que ninguno de los 11 profesionales encerrados tiene posibilidades de labrarse un futuro como enólogo.

Por si esto fuera poco, la segunda prueba sacó los colores a más de uno: un improvisado examen de latín que sólo fueron capaces de superar de forma colectiva, ayudándose unos a otros. Sin duda, la prueba de la cata de vinos no ayudó mucho a los periodistas a la hora de examinarse.

Tras las pruebas llegó la cena y, durante la misma, los 11 "elegidos" tuvieron que subir a la habitación conocida como el "confesionario" para nominar a tres de sus compañeros. Los periodistas de Vertele.com, Onda Cero y el grupo editorial Hachette fueron los tres candidatos a abandonar la casa, aunque lo hicieron al día siguiente junto a todos los habitantes de la casa.

Con la noche llegó la fiesta. El jacuzzi y la piscina fueron cobrando mayor protagonismo a medida que el alcohol (regalo de la organización por superar el examen de latín) se iba acabando. El sueño fue haciendo mella en los participantes hacia las 5 de la madrugada, así que la mayoría de ellos decidió irse a descansar a los dormitorios, aunque alguno se quedó hablando en el salón, para desgracia del equipo de realización, que tuvo que seguir trabajando un par de horas más.

A las 10 de la mañana, la sintonía del programa a todo volumen despertó a los improvisados concursantes y un par de éxitos machacones del verano les acompañaron mientras se vestían y preparaban el desayuno. Tan sólo faltaban dos horas para volver a la normalidad.

DEJAR SITIO A LOS QUE LLEGAN

Con las maletas hechas y sin ganas de salir de la casa-plató, escucharon todos juntos desde el salón las palabras que todo concursante intenta evitar: "La audiencia de Gran Hermano ha decidido con sus votos que todos vosotros debéis abandonar la casa". Así, quedaron 12 camas libres para los nuevos concursantes, que vivirán en el plató de Guadalix a partir del próximo domingo 21.

Hasta la fecha, hay 25 finalistas seleccionados. "Buscamos gente dispuesta a que le cambie la vida, con las menores ataduras para que las posibilidades de convivencia sean las mayores posibles; lógicamente, no queremos que estén casados con cuatro hijos", afirma Roberto Ontiveros, director del programa y temida voz del Gran Hermano.