La sonda 'Galileo' se estrellará este domingo contra Júpiter tras una misión de 14 años
Los datos obtenidos han contribuido a mejorar la comprensión humana sobre el mayor planeta del sistema solar y sus lunas
La sonda 'Galileo' concluirá este domingo su misión de 14 años tras recorrer más de 4.600 millones de kilómetros y orbitar Júpiter en 34 ocasiones, dejando una gran cantidad de información que permitirá ampliar los conocimientos sobre el mayor planeta del sistema solar y sus lunas.
Desde su lanzamiento, en 1989, 'Galileo' ha recorrido el equivalente a siete veces la distancia que existe entre la Tierra y Júpiter, y a pesar de los problemas de comunicación y los problemas con la grabadora, ha devuelto a la tierra 30 gigabytes de datos, entre ellos 14.000 imágenes.
Más información
Para evitar cualquier posibilidad de que la nave colisione con alguna luna del sistema joviano, los responsables de la misión han dispuesto que la nave, ya sin combustible, se deje caer mañana en el planeta. La misión del Galileo fue posible gracias a dos generadores termoeléctricos por radiosótopos de larga duración suministrados por el Departamento de Energía estadounidense.
La lista de descubrimientos del Galileo comenzó incluso antes de que la sonda llegase a Júpiter. Cuando cruzó el cinturón de asteroides situado entre Marte y Júpiter, en octubre de 1991, Galileo obtuvo imágenes de los asteroides Gaspra e Ida, y descubrió que el segundo poseía su propia pequeña "luna", Dactyl, la primera luna conocida de un asteroide.
En 1994, la sonda logró obtener la única observación directa de un cometa impactando un planeta, el cometa Shoemaker-Levy 9 estrellándose contra Júpiter. Las imágenes de dicho impacto, que no eran visibles desde la tierra, ayudaron a los científicos a mejorar su comprensión de este tipo de eventos.
Galileo comenzó su gira por el sistema joviano en diciembre de 1995. Las órbitas de la sonda estaban cuidadosamente diseñadas para permitirle observar la atmósfera jupiteriana, revelando varias grandes tormentas eléctricas muchas veces mayores que las de la Tierra, con rayos hasta mil veces más poderosos que los terrestres.
Los datos recogidos por la sonda también permitieron realizar los primeros estudios sobre las nubes y vientos del planeta, aumentando los conocimientos sobre la evolución de Júpiter. La sonda también realizó diversas mediciones para contrastar el grado de evolución de Júpiter con el del Sol.
Galileo, que se convirtió en la primera nave espacial humana en la órbita joviana, también logró estudiar con èxito la estructura global y las dinámicas del campo magnético de Júpiter. Determinó que el visible anillo de Júpiter está compuesto de polvo formado por las colisiones de meteoritos interplanetarios con las cuatro pequeñas lunas internas del planeta. Asimismo, comprobó que el anillo está formado por dos anillos, uno de ellos incrustado en el otro.
La sonda Galileo también investigó la diversidad geológica de las cuatro mayores lunas del planeta, Ganimedes, Calisto, Io y Europa. Las imágenes obtenidas mostraban superficies cambiantes y diferenciadas de cada una de estas lunas. Io tiene una gran actividad volcánica, que modifica constantemente su superficie. El calor y frecuencia de erupciones puede ser cien veces mayor que en la tierra, lo que recuerda los primeros días de nuestro planeta. Las similitudes convierten a Io en un laboratorio ideal para el estudio de cómo era la tierra hace 3.000 millones de años.
La luna Europa podría ocultar un océano a unos cien kilómetros de profundidad de su superficie helada. El mayor descubrimiento respecto a Ganímedes fue la presencia de un campo magnético, el primero descubierto en la luna de un planeta. Imágenes de esta luna muestran también una superficie fracturada que demuestra alta actividad tectónica. Al igual que Europa e Io, Ganímedes tiene un núcleo metálico, y sus datos magnéticos ofrecen pruebas de que también podría tener una capa de líquido.
Galileo determinó que, aunque Calisto no tiene un núcleo metálico, su superficie muestra evidencias de una gran erosión, y los datos recogidos dejan en el aire la pregunta de si su superficie esconde también un océano.
El motivo por el que Galileo se estrellará en Júpiter, desintegrándose al contacto con su atmósfera, se debe a que el descubrimiento de agua en Europa sugiere la posibilidad de que exista vida, y eso aumenta la preocupación por proteger dicha vida.
En sus últimos momentos de existencia, la Galileo echará un último vistazo a Júpiter antes de concluir su misión. El equipo de misión espera que la sonda aproveche las últimas horas antes del impacto para transmitir datos.
"Ha sido una misión fabulosa para la ciencia planetaria, y es difícil verla llegar a su fin", subrayó la doctora Claudia Alexander, responsable del proyecto en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en Pasadena, California. "Después de atravesar casi 3.000 millones de millas (algo más de 4.500 millones de kilómetros) y ser nuestros ojos y oídos alrededor de Júpiter, mantenemos los dedos cruzados para que, en su hora final, Galileo aún pueda darnos nueva información sobre el medioambiente de Júpiter", subrayó Alexander.