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Aplazada hasta febrero la decisión final sobre la sede del reactor ITER

Las candidatas son Cadarache (Francia) y Rokkasho (Japón)

Los ministros de Ciencia, Tecnología y Energía de los países que participan en el proyecto del Reactor de Fusión Nuclear Experimental no lograron este sábado un consenso y aplazaron hasta mediados de febrero la decisión sobre la sede del ITER.

"Habrá una nueva reunión a la espera de solventar los aspectos técnicos", manifestó el comisario de investigación de la Unión Europea (UE), Philippe Busquin.

El comisario no precisó ni la fecha ni el lugar exacto de la próxima reunión de ministros de la UE, EEUU, Japón, Rusia, China y Corea del Sur, en la que se tratará de llegar a un acuerdo definitivo sobre este ambicioso proyecto energético.

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Las candidatas son la UE, que ha presentado la candidatura de Cadarache, en el sureste de Francia, y Japón, que ha propuesto la localidad de Rokkasho para ser la sede del ITER.

Las fuentes europeas apuntaron como posible solución final que el reactor nuclear se construya en Francia y que otras instalaciones, como el acelerador de partículas o la base de datos, vayan a Japón.

El proyecto ITER, con una inversión global de 12.000 millones de dólares para los próximos 35 años, tiene por objeto avanzar en el desarrollo de la energía de fusión como fuente de energía segura, limpia y sostenible, frente a los combustibles fósiles y nucleares.

Frente a la energía de fisión de las centrales nucleares, que fue la primera en conocerse y dominarse, la gran alternativa de futuro es la fusión nuclear, que resulta ser una fuente inagotable, ya que se basa en el agua, un recurso abundante, barato y limpio.

El proceso implica la colisión de átomos a elevadísimas temperaturas (millones de grados) y niveles de presión, que produce la fusión de éstos en plasma y la liberación de ingentes cantidades de energía.

De esta forma cada gramo de hidrógeno, el elemento más abundante en la Tierra, produce del orden de 173.000 kilovatios/hora. Esta reacción no produce gases de efecto invernadero y genera niveles de residuos radiactivos 10.000 veces menores que los resultantes de la actividad de las actuales centrales atómicas.

Además, los reactores de fusión no necesitarán uranio o plutonio, el combustible de los reactores de fisión, ni producir la reacción nuclear que convierte a las plantas actuales en peligrosas, y es casi imposible adecuar su tecnología para fabricar armas.

Pero, según Greenpeace, el proyecto, que no mostrará sus efectos prácticos al menos hasta el año 2050, es "una locura" y "una mala opción energética, sin perspectiva operativa en un futuro próximo, cuando ya existen alternativas ambientalmente aceptables".

 
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