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El caníbal de Roteburgo, condenado a ocho años de prisión

La Audiencia Provincial de Kassel consideró hoy culpable de homicidio a Armin Meiwes, el alemán de 42 años conocido como 'el caníbal de Roteburgo' que mató, descuartizó y se comió a un ingeniero que accedió a ello, y lo condenó a ocho años y medio de cárcel.

La Fiscalía pedía cadena perpetua para Meiwes por asesinato con motivación sexual y perturbación del descanso de los muertos, mientras que la defensa reclamaba una condena por homicidio con consentimiento de la víctima.

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Los hechos sucedieron en marzo de 2001, cuando la ingeniero viajó desde Berlín a la localidad de Roteburgo del Fulda para someterse a los deseos del caníbal, que fue detenido en diciembre de 2002 y condenado este viernes tras un proceso de dos meses.

Los expertos que declararon en el juicio se mostraron convencidos de que criminal y víctima se sirvieron el uno del otro para llevar a la práctica sus respectivas fantasías depravadas. El caníbal estuvo obsesionado durante su pubertad por un fetichismo por la carne humana inerte y sólo experimentaba excitación sexual cuando se imaginaba troceando un cuerpo.

La víctima, en cambio, sufría de masoquismo sexual desde su juventud y deseaba que le cortaran el pene para superar el trauma que supuso el suicidio de su madre, del que se sentía en parte responsable después de que el padre le contara que la mujer murió en un accidente de tráfico, según los expertos. Algunos de los testigos describieron al acusado como una persona amable, siempre dispuesta a ayudar y amigo de los niños.

VÍDEO DE LOS HECHOS

Durante los dos meses del proceso declararon 36 testigos, además de tres expertos -forenses y psiquiatras- que descartaron que Meiwes padezca alguna enfermedad mental, por lo que no podrá ser internado en un centro psiquiátrico y el tribunal deberá tomar una decisión sin considerar atenuante alguno.

Doce de los participantes en el proceso tuvieron que ver el vídeo de más de dos horas de duración en el que el caníbal grabó la muerte y descuartizamiento de la víctima, cosa que hizo para poder masturbarse después contemplando las imágenes, según confesó. "Eso es algo que prácticamente no es imaginable y que también a nosotros, investigadores experimentados, nos lleva ahí donde acaba la capacidad de pensamiento", declaró ante el tribunal el agente Wilfried Fehr, de la policía regional de Hesse, acerca del vídeo.

 
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