La mitad de los británicos quiere que Blair dimita
Según una encuesta de The Independent
Londres
Un 51% de los británicos quieren que dimita su primer ministro, Tony Blair, por su postura acerca de las supuestas armas de destrucción masiva de Irak, según un sondeo que publica hoy el diario "The Independent". Un 54% de los consultados opinan, además, que Blair mintió a la nación acerca de la supuesta amenaza del régimen de Sadam Husein, frente a un 31% que creen que no lo hizo.
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La encuesta, realizada por la firma NOP, se produce al término de una mala semana para el jefe del Gobierno laborista, en que los conservadores han reclamado su dimisión por estimar que exageró una amenaza de Irak que no era tal. Un día después de que lo hiciera el presidente de EEUU, George W. Bush, Blair ordenó el martes una investigación sobre los posibles fallos de inteligencia en torno al supuesto arsenal de Irak, razón aducida para la guerra que comenzó en marzo de 2003.
Según la encuesta del "Independent", la crisis política en el Reino Unido ha hecho que los conservadores superen en apoyos a los laboristas, en una proporción del 36% frente al 35%, mientras los liberales demócratas tendrían el 24%. Pero, si a los electores se les diera la opción de votar en las próximas elecciones por Gordon Brown -actual ministro de Economía y eterno aspirante a suceder a Blair-, entonces los laboristas retomarían el primer puesto.
En caso de ser Brown el cabeza de lista del Partido Laborista en los comicios de 2006, la encuesta señala que contaría con el apoyo del 37% de los electores, frente al 36% de los "tories" y el 22% de los liberales. Además, una amplia mayoría de los consultados (el 68%) desconfían de la investigación ordenada por el primer ministro sobre los fallos de los servicios secretos pues opinan que será un "lavado de cara" para el Gobierno.
El reciente informe del juez Brian Hutton sobre el suicidio del científico David Kelly exculpó al Gobierno de cualquier posible relación con el caso, lo que fue mal recibido por varios sectores en el Reino Unido y recibió críticas de que ser un "lavado de cara".