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Transcripción de la entrevista íntegra de Iñaki Gabilondo a Hans Blix

Reproducimos la conversación íntegra que Iñaki Gabilondo ha mantenido con el ex jefe de las inspecciones de armas de Naciones Unidas en Irak, Hans Blix.

Iñaki Gabilondo: Antes de nada, señor Blix, gracias por su amabilidad y por concedernos unos minutos.

Hans Blix: Gracias a ustedes.

IG: La resolución 1441, ¿era desde su punto de vista suficiente para ir a la guerra?

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HB: Bueno, eso es lo que Estados Unidos y Gran Bretaña afirmaban. Es una cuestión de interpretación. Los franceses desde luego no compartían ese punto de vista, y la mayoría del consejo de seguridad tampoco. Hubo un borrador de resolución elaborado por Estados Unidos y Reino Unido, y con España como copatrocinador, en el que la implicación era que se podía ir a la guerra. Pero en el último momento no llegaron a someterlo a votación, sin duda porque sabían que no iban a obtener la mayoría. Así que mi interpretación es que claramente había una mayoría en contra de autorizar ninguna guerra, y que había una mayoría en contra de la idea de que miembros individuales del Consejo de Seguridad tuvieran el derecho de autorizar la guerra. La opinión de la mayoría, según mi interpretación, era que sólo el Consejo de Seguridad como un todo podría autorizar la guerra pero que no se podía entregar esa decisión a determinados miembros, hay una gran diferencia.

IG: En su último encuentro con el Consejo de Seguridad antes de la guerra ustedes pidieron más tiempo para seguir con las inspecciones. ¿Habría bastado un poco de tiempo para evitar la guerra?

HB: Desde luego yo pensaba que realmente era deseable tener más tiempo. No lo pedí explícitamente, porque sentía que sólo lo podía hacer si tenía garantías de que podía resolver el asunto en el tiempo que pidiera. Mi colega de la Agencia Atómica El Baradei sí pidió explícitamente más tiempo. Yo lo que dije es que sería bueno, pero no lo pedí específicamente. Hubo inspecciones en Irak desde el 91 hasta el 98, cuando el señor Butler ordenó la retirada de los inspectores. Y después nosotros llegamos en noviembre del 2002, por lo que estuvimos allí durante tres meses, y creo que eso fue muy poco tiempo. Los inspectores iban bien, no se les negaba el acceso a ningún sitio, incluyendo instalaciones presidenciales. Hacia mediados de enero yo creo que los iraquíes no estaban cooperando tan bien en lo sustancial, no nos daban documentos... no era tan fácil. Pero hacia finales de enero se dieron cuenta de que tenían que ser más activos, y entonces de hecho se volvieron hiperactivos al darnos nombres de gente a la que entrevistar, nos sugirieron métodos para analizar el suelo con el fin de averiguar qué cantidad de armas químicas habían destruido en 1991. Así que las inspecciones en ningún caso estaban en un callejón sin salida en marzo, deberían haber continuado. Pero creo que por aquel tiempo Estados Unidos había acumulado tantos soldados, tenían 300.000 soldados, y cada vez iba a hacer más calor por la primavera, así que no les importaba lo bien que iban las inspecciones. En aquel entonces además ya habíamos demostrado que una buena parte de las pruebas que Estados Unidos y Gran Bretaña habían presentado no eran ciertas. El caso más espectacular tiene relación con los contratos que, según ellos, Irak había cerrado con el Estado africano de Níger para la importación de uranio enriquecido y El Baradei había demostrado ante el Consejo de Seguridad que era una falsificación. Fue una sensación amarga, había un gran montaje sugiriendo que Irak estaba enzarzado en un resurgimiento nuclear, en fabricación de bombas nucleares otra vez, y eso era una falsificación. Había otras pruebas en torno a los tubos de aluminio que decían que eran para la fabricación de centrifugadoras para enriquecer uranio, y sobre esto había serias dudas. Así que en el sector nuclear, que desde luego era el más importante, las pruebas estaban en duda. Yo he criticado y he cuestionado algunas de las pruebas que el señor Colin Powell presentó en aquél gran show ante el Consejo de Seguridad. Se refería a unos camiones que según EEUU eran camiones de descontaminación contra armas químicas y nuestros expertos no pensaban que fuera así. Y resultó que él estaba equivocado y nosotros teníamos razón. Nosotros teníamos razón, eran camiones probablemente para agua, pero no para descontaminación. Hemos dicho también públicamente que las agencias de inteligencia nos habían dado muchas sugerencias de lugares que debíamos inspeccionar para buscar armas de destrucción masiva. Fuimos a muchos de estos lugares y en ninguno de los casos encontramos armas de destrucción masiva. Y aquello se lo hicimos saber, así que ellos deberían haber sabido que las pruebas que nos presentaron sobre lugares con armas de destrucción masiva eran erróneas.

IG: ¿Y qué piensa ahora que el jefe de los inspectores de Estados Unidos, David Kay, dice que todos nos equivocamos, ahora que parece que nadie dijo o pensó que Irak tenía armas de destrucción masiva? ¿No es decepcionante y triste para usted?

HB: Lo es, y nadie estaba más equivocado que el propio David Kay, porque él estaba totalmente convencido a principios de ese año de que los camiones eran laboratorios móviles para la fabricación de armas químicas o biológicas. Y dijo públicamente que no necesitaba ver más pruebas, estaba convencido. Y más tarde se volvió más dubitativo, decía que quizás eran para la producción de hidrógeno o que quizás eran para producción biológica... y en un momento dado resulta que llegó a la conclusión de que eran para la producción de hidrógeno, que era lo que decía Irak. Nosotros en enero y febrero no excluíamos que pudieran ser para producción biológica, pero no lo afirmábamos, no pensábamos que hubiera suficientes pruebas. Pero creo que Estados Unidos y Gran Bretaña no fueron suficientemente profundos en sus reflexiones. Asumieron que los iraquíes tenían algo, y por consiguiente tomaban cualquier cosa como una prueba en ese sentido. Fue una actitud analítica pobre.

IG: ¿Fallaron los servicios de inteligencia o hubo manipulación por parte de los Gobiernos?

HB: Creo que las dos cosas. Sin duda, no descubrir que el contrato con Níger era falso fue un fallo de la inteligencia, tenían ese documento hacía meses y no llegaron a la conclusión de que era una falsificación. La agencia internacional de la energía atómica con sede en Viena sólo necesitó un día para concluir que era una falsificación. Eso tiene que haber sido un fallo de inteligencia. También la inteligencia británica (no se si fue la inteligencia o la oficina de Blair) usaron algo que resultó ser un ensayo escrito por un estudiante para una investigación académica. Independientemente de si fue la inteligencia o Blair, de cualquier forma lo utilizaron. En cuanto a los políticos, creo que carecían de pensamiento analítico. Es verdad que los políticos y los gobiernos de todos los países tienen que simplificar con el fin de explicarle las cosas a la gente, pero el paso de la simplificación a la propaganda o a la exageración es muy importante cuando de lo que se trata es de la guerra o la paz. Y la famosa declaración sobre 45 minutos que tardarían en montar una bomba, que aparecía en el dossier británico que firmó Blair, creo que ilustra mucho todo esto. Si uno lee con precisión entiende que no se podía referir a lo nuclear, porque decía que el tema nuclear estaba en desarrollo, así que no podían llevarlo a cabo en 45 minutos. Se tenía que referir a un ataque químico o biológico. ¿Y qué significa decir que esa arma puede estar lista en 45 minutos? ¿Significa que tienen cohetes que pueden disparar, o que tienen un frasco con antrax que podían lanzar contra un tanque? ¿Es eso lo que querían decir? Creo que esto es conducir erróneamente a la opinión pública hacia una conclusión mucho más alarmista de lo que justificaba la realidad.

IG: No se si está al tanto de la justificación del gobierno español para sumarse a la guerra, mencionan los datos que contienen sus últimos informes…

HB: Bueno, no he estudiado sus argumentos, pero le puedo decir lo que había en nuestro último informe. Era un informe que se había estado haciendo por dos años, y analiza todas las declaraciones de Irak en el pasado. Todo el tiempo, sobre armas biológicas, químicas o misiles, el informe subrayaba que había muchos interrogantes, anota que muchas de las declaraciones de los iraquíes eran erróneas, y que eso dejaba abierta la posibilidad de que pudiera haber armas, pero en ningún sitio se afirma que había armas. Es lo que llamamos "no contabilizado" es decir, que habían informado en su día de que tenían armas pero después no habían sido capaces de decir exactamente qué había pasado con ciertas cantidades de esas armas. Sólo decían que las habían destruido en 1991, pero sin ninguna prueba. Esto dejaba un interrogante. Lo que siempre dijimos es que tenían o bien que presentar esas armas si existían o darnos los documentos demostrando qué había pasado con ellas.

IG: También dice el Gobierno español que estab probados los nexos de Irak con Al Qaeda…

HB: No había nada en nuestro informe sobre vínculos con el terrorismo. No era nuestro trabajo, sólo nos ocupábamos de las armas de destrucción masiva.

IG: ¿Cómo se explica entonces que el Gobierno español justifique de esta forma su participación en la guerra?

HB: No sé lo que han dicho, pero he visto a otros gobiernos, como los políticos estadounidenses, y también los británicos decir simplemente "hay armas", o "se deduce que hay cantidades de armas químicas". Y está claro que las fuerzas estadounidenses estaban convencidas de que había armas, probablemente porque habían presupuestado cientos de millones de dólares para su destrucción, y también habían comprado trajes de protección contra armas químicas. Así que EEUU y Gran Bretaña decían que había armas. Nosotros decíamos "puede que las haya, pero no es seguro".

IG: ¿Han sido correctos sus contactos con las autoridades y los representantes españoles en la ONU?

HB: Hemos tenido relaciones diplomáticas muy correctas con el embajador español y con la misión, al igual que con el resto de los miembros del consejo de seguridad.

IG: Usted es un diplomático, pero hay algo que de todas formas quiero preguntarle. Un parte importante de la opinión pública española cree que nuestro Gobierno ha actuado con cierto seguidismo de Estados Unidos. ¿Tiene usted opinión? ¿Está de acuerdo?

HB: Bueno, en realidad no tengo razones para entrar en eso, no sé mucho sobre las relaciones y las discusiones diplomáticas entre ustedes los españoles y los norteamericanos y los británicos. Bulgaria también apoyaba esa resolución, esos fueron los cuatro países, y no sabemos nada sobre quienes se retiraron. Sabemos que Estados Unidos desde luego ejerció mucha presión sobre otros países para que se sumaran a la resolución. Y sabemos que los franceses estaban también actuando en sentido opuesto, es parte del juego diplomático, y fue un juego muy duro antes de la acción emprendida en marzo.

IG: Habla usted de presiones, ¿se sintió bajo presión de EEUU u otros gobiernos en aquellos últimos momentos antes de la guerra?

HB: Bueno, nosotros sentíamos que tenían un enorme interés en que apareciéramos y dijéramos que identificábamos unas pequeñas avionetas como instrumentos para la dispersión de armas químicas o biológicas. Pero, ya saben, la frontera entre una conversación y una presión a veces puede ser muy fina. En la mayoría de los casos creo que nuestras relaciones con los norteamericanos fueron muy correctas, mis relaciones con Colin Powell y Condoleeza Rice, y con el embajador, eran bastante correctas y civilizadas. Hubo algunas excepciones, las contaré en mi libro.

IG: ¿Podemos esperar grandes revelaciones en ese libro, señor Blix?

HB: A mediados del mes que viene, en marzo, estará en las librerías. He tratado de ser tan objetivo como he podido. Como inspectores, tratamos de tener un pensamiento analítico, de tener en cuenta todas las circunstancias y dar una explicación verdadera de lo ocurrido. Es lo que he tratado de hacer. No se trata de dar aliento a los inspectores, sino de hacer un recuento veraz, y creo que más o menos lo he conseguido. La experiencia positiva que hemos sacado de este periodo es que todo el mundo reconoce que las inspecciones internacionales son más objetivas que los servicios de inteligencia nacionales, y que la inspección internacional puede ser independiente (no estamos en manos de nadie) puede ser efectiva y puede dar resultados.

IG: Esperamos verle pronto por España con su libro. Muchas gracias por atender nuestras preguntas.

HB: Gracias a ustedes.

Entrevista íntegra con el ex inspector jefe de armas de la ONU, Hans Blix

13:26

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