Sociedad
ATENTADOS DEL 11-M EN MADRID

La clase obrera viajaba en los trenes de la muerte

Trabajadores e inmigrantes sufren el zarpazo del terrorismo

Madrid

El terrorismo se ha cebado en Madrid, en el Madrid obrero, en los trabajadores, aquellos que a las siete de la mañana, tartera en mano, llegaban a la capital de barrios y ciudades periféricos. En el "Valle del Kas" se siente especialmente la tragedia: Santa Eugenia y El Pozo del tío Raimundo.

Quienes esta mañana viajaban en los vagones rojinegros de Cercanías de Renfe -rumbo a la estación de Atocha, hoy un secreto ataud-, eran o son "clase obrera". Alguno si pudiera diría que ¡a mucha honra!. Si queda un "barrio rojo" en Madrid ese es Vallecas.

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Y muchos de ellos, muchos de esos "currantes" madrugadores, de sueldo ajustado y contrato en precario, son inmigrantes. En las listas de heridos facilitadas por la autoridad sanitaria abundan apellidos exóticos y lejanos, de otras latitudes. Africanos como BOLOSMCMUK, árabes como BOULACUALI, orientalers como TING JING o eslavos como YAKIMOV.

El Pozo del tío Raimundo echó andar en septiembre de 1955, el día en que el padre José María Llanos y otros tres compañeros crean en una chabola la comunidad jesuita del Pozo.

Aquello era un erial. Suelo barato y sin control. Las chabolas se reprodujeron como esporas. A Madrid llegaron trabajadores de Andalucía y Extremadura a buscarse la vida en Madrid... y la chabola en El Pozo.

Sí de día había 100 chabolas, al día siguiente eran 10 más. Por la noche se trabajaba en levantar otra, porque la Guardia Civil no podía hacer nada ante una chabola en la que ya durmiera una mujer y un niño.

Con el tiempo, las chabolas se hicieron casas bajas; bajas y dignas. Ya entonces, El Pozo era "zona roja". Después llegó La Celsa, al lado de El Pozo pero con droga.

Años después, a finales de los 70 comenzaron a levantarse edificios; viviendas de protección oficial. Hoy, comprarse una casa en El Pozo no está barato. Hoy es un barrio más, un barrio obrero, un barrio que madruga para trabajar, sin saber que un terrorista espera a verles pasar.