La Moncloa, la difícil vida de palacio
La residencia nunca fue del gusto de ninguno de los presidentes
Los que conocen el Palacio de La Moncloa aseguran que es bastante feo, que es como de cartón piedra. Felipe González decía que era como un palacio de nata montada con toques de purpurina. Ana Botella sentenció: "Es inhabitable para una familia normal".
Casi todos los presidentes han ido a vivir allí un poco a regañadientes. Suarez mandó construir una pista de tenis, arregló un poco la piscina y llenó la residencia de teléfonos. Calvo Sotelo, además de eliminar estos aparatos, habilitó la tercera planta con nuevas habitaciones para sus hijos, quitó todos los ceniceros que había en la residencia y buscó un lugar preferente para su piano
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Felipe González y Carmen Romero apenas tocaron la casa. Construyeron a unos pasos de la residencia una especie de bodega donde celebraban reuniones informales. González se centró mucho en el jardín. A parte de su afición a los bonsais y a las piedras que traía de Extremadura para tallar, cultivó un pequeño huerto que daba unos pimientos y unos pepinos, dicen que buenísimos. Carmen Romero sustituyó el piano de Calvo Sotelo por una guitarra española, y las cajitas de plata por cerámica.
Cuando Aznar llegó lo primero que hizo fue cambiar todos los muebles de patrimonio por los de su casa, mandó construir una pista de 'paddel', pintó todas las habitaciones de diferentes colores y habilitó en el tercer piso una sala de juegos para sus hijos.
Reforma tras reforma, en un intento por hacer habitable el difícil Palacio de la Moncloa. ¿Qué planes tienen José Luis y Sonsoles?