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JUEGOS OLÍMPICOS / BALONCESTO

Baloncesto / Puerto Rico ridiculiza a Estados Unidos (92-73)

A las primeras de cambio, sin tregua alguna, Puerto Rico derrocó el último mito del baloncesto, el 'Dream Team', tocado en el pasado Mundial de Indianápolis, donde encajó sus tres primeras derrotas internacionales, y hundido en Atenas de la mano de un Carlos Arroyo galáctico (24 puntos) y la ambición de todo el conjunto antillano.

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Los profesionales pierden incluso en los Juegos Olímpicos, coto privado de los Estados Unidos. Ya son como todos, algo impensable en Barcelona'92, pero más real que nunca en Atenas 2004. El triunfo de los hispanos, además, supone la cuarta derrota de los 'NBA men' en sus últimos cinco choques ante equipos ajenos al continente americano (ganaron todos los compromisos del Preolímpico de San Juan).

Argentina y Yugoslavia abrieron la serie en Indianápolis. En la siguiente comparecencia superaron, precisamente, a Puerto Rico. Despidieron el Mundial con el tercer revés del torneo, frente a España y, ahora, los puertorriqueños les han endosado la más dolorosa de todas esas amarguras.

El equipo boricua olvidó los malos resultados de la fase de preparación, en la que llegaron a perder por más de 50 puntos ante España. La ronda de amistosos de los antillanos comenzó con dos derrotas, precisamente, contra los estadounidenses en Jacksonville (Florida), a las que sumaron otra con Nueva Zelanda, la encajada frente a los españoles y una más a puerta cerrada con Argentina.

Las dos únicos resultados positivos tumbaron a Nueva Zelanda y a Brasil. Ese historial de dudoso valor pasó a mejor vida en el primer compromiso olímpico de Julio Toro y sus chicos. El técnico y los internacionales boricuas cuajaron dos primeros cuartos, simple y llanamente, preciosos, abrumadores, insultantes para los orgullosos profesionales de la NBA, reducidos a siete puntos en el segundo cuarto (20-27), que interrumpió el choque con un marcador surrealista: 49-27.

Los detalles estadísticos de ese sorprendente parcial contienen datos deslumbrantes, como los siete puntos anotados por la formación NBA a lo largo de todo el segundo cuarto. En esa fase, Puerto Rico jugó como los ángeles. Carlos Arroyo culminó un contraataque de ensueño, adornado con una finta de pase precioso en la misma cara de Stephon Marbury.

Mientras tanto, los estadounidenses repetían una y otra vez un juego de ataque inconexo, sin ninguna riqueza táctica y persistían en fiarlo todo al físico en defensa. Ni una ni otra cosa les servían de nada. En definitiva, todo lo que salía de sus presionadas mentes era dársela a Tim Duncan, uno de los veteranos llamados por el tècnico Larry Brown para mantener el espíritu entre las filas norteamericanas.

Pero Duncan no es omnipotente. Si la cosa iba de hombres altos, ahí estaban Josè Ortiz y Daniel Santiago y el joven de 2,19 y 19 años Peter John Ramos. Que el asunto dependía de exteriores, pues a Allen Iverson le daba réplica, y de què manera, Carlos Arroyo, o Eddie Casiano a Stephon Marbury y así, todas las comparaciones individuales y colectivas, caían del lado caribeño.

Ni siquiera el paso por los vestuarios con 22 puntos de desventaja animó a los estadounidenses. De nuevo, sólo parafernalia, algún mate descomunal, pero nada que oliese a reacción. A falta del último cuarto, el marcador mantenía diecinueve puntos de renta para Puerto Rico (65-46).

Iverson, Lebron James, el 'último novato del año; Dwayne Wade, Duncan y Lamar Odom cargaron con el peso de dar la vuelta a la noche más temida por el baloncesto de las barras y las estrellas, la noche de la primera derrota de los profesionales en unos Juegos Olímpicos.

Esos cinco hombres apretaron el acelerador (69-57 m.34) y convirtieron cada segundo en un siglo para los que deseaban el triunfo puertorriqueño, o sea, todos los presentes en el Helleniko Sports Complex salvo aquellos con pasaporte de los Estados Unidos.

Carlos Arroyo alivió los nervios de los demás cuando más falta hacía. Arroyo, Rolando Hourruitiner y, de nuevo Arroyo, esta vez con un tiro más adicional, enfriaron la carga estadounidense (de 69-61 m.35 a 78-66 m.37) cuando el equipo puertorriqueño sugería síntomas de agarrotamiento.

Esas tres acciones resquebrajaron la cada vez menor fe de los hombres de Brown. El mérito del descabello definitivo tambièn hay que firmárselo a Arroyo. Otro triple del base de Utah Jazz sentenció al ex 'Dream Team' a falta de poco más de dos minutos (81-68). El tercer varapalo olímpico de la historia para Estados Unidos sólo era cuestión de unos momentos. Pasaron rápido y, para culminar la mágica noche boricua, el técnico Julio Toro, acabó el choque con medio banco en pista. Los profesionales han bajado a la tierra.

 
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