El Catecismo reitera que el matrimonio es entre un hombre y una mujer
El Compendio, presentado hoy por Benedicto XVI, condena el aborto y la eutanasia
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica reitera que el matrimonio es el formado por un hombre y una mujer, condena el aborto y la eutanasia, exige la protección del embrión y contempla la desobediencia civil cuando las leyes se oponen al orden moral. También considera inmoral la fecundación artificial, recuerda que los católicos divorciados y vueltos a casar no pueden comulgar, reconoce la legítima defensa y subraya que en la sociedad actual la pena de muerte no tiene sentido, aunque no la condena de manera contundente.
Más información
- El Foro Español de la Familia convoca una nueva protesta el día 30
- La Iglesia dice que la inclinación de los gays es "objetivamente desordenada"
- Una asociación de teólogos y católicos rechaza la actitud de la Iglesia ante los matrimonios gays
- La Iglesia despide a un profesor por solicitar una baja por maternidad
Asimismo, rechaza el culto al cuerpo y el uso de drogas, y el abuso del vino, alcohol y tabaco. El texto fue presentado por Benedicto XVI, quien dijo que no se trata de un nuevo Catecismo, sino de un texto que recupera fielmente el de 1992, "el cual sigue manteniendo toda su importancia y autoridad".
El Compendio consta de 205 páginas, está dividido en cuatro partes y ha sido redactado en forma de diálogo, es decir, al considerar Benedicto XVI que de esta manera su lectura es más fácil y atractiva para el lector. En total son 598 preguntas.
Resalta que la familia es la célula originaria de la sociedad y que el Estado debe "respetarla, protegerla y favorecer la verdadera naturaleza del matrimonio". De éste dice que es la unión "de un hombre y una mujer" y señala que contra el mismo está el adulterio y la poligamia. Precisa que la Iglesia no puede reconocer como matrimonio la unión de "divorciados casados civilmente" y reitera que esas personas no pueden comulgar.
El infierno y el juicio final
El texto reitera asimismo que la vida es sagrada "desde su inicio hasta su fin natural". A este respecto, reconoce la legítima defensa y el hecho de que los estados impongan penas para castigar a los culpables. Incide en que las penas deben ser proporcionales al daño causado y subraya que los casos de "absoluta necesidad de la pena de muerte son muy raros o prácticamente inexistentes", por lo que no hay necesidad de echar mano de ella. No obstante, el Compendio no rechaza frontalmente su uso. Sí condena el homicidio, el aborto, la eutanasia y el suicidio., alcohol, tabaco y medicinas.
Sobre la guerra, considera que es justo el uso de la fuerza militar cuando existe la certeza de un duradero y grave daño, cualquier alternativa pacífica se demuestra ineficaz y con la misma se evitan daños peores. El Compendio señala que el infierno es la condena eterna de aquellos que libremente han elegido el mal y, por tanto, no pueden gozar de la presencia de Dios. Señala que habrá juicio final y que será cuando acabe el mundo, que sólo Dios sabe cuándo.