Internacional

Las mentiras de la guerra de Irak dividen al Senado de los EEUU

Los demócratas fuerzan un debate a puerta cerrada para exigir explicaciones

La polémica sobre las mentiras de la guerra de Irak sigue pasando factura al presidente de Estados Unidos, George Bush. Esta noche, los legisladores demócratas han forzado un inusual debate a puerta cerrada en el Senado, controlado por los republicanos, para exigir explicaciones acerca de las razones que esgrimió Bush para justificar el ataque al país de Sadam Husein. En opinión de los demócratas, el presidente mintió en su argumentación y los republicanos no sólo lo amparan, sino que pretenden demorar las investigaciones al respecto.

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Ha sido la primera vez en 25 años que la oposición fuerza una sesión secreta de la Cámara alta. La iniciativa ha irritado a los republicanos, que han acusado a los demócratas de maniobrar con fines políticos, pero ha dado resultado: El partido del presidente reiteró su compromiso de completar la investigación de los datos usados para justificar la guerra, y trabajará mano a mano con la oposición para aclarar los verdaderos motivos de la invasión de Irak en 2003. El próximo 14 de Noviembre el Comité de Inteligencia valorará las conclusiones.

La convocatoria a la sesión en secreto fue hecha por el líder de la minoría demócrata en el Senado, Harry Reid, quien afirmó que los republicanos han postergado sin justificación la segunda fase de la investigación sobre la guerra. Según Reid, la presentación de cargos contra el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis "Scooter" Libby, demuestra cómo el Gobierno "fabricó y manipuló los datos de inteligencia para vender la guerra en Irak".

Libby fue acusado el viernes pasado de perjurio, obstrucción de la justicia y falso testimonio en relación con la divulgación de la identidad de una espía de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), cuyo esposo criticó en público los motivos aducidos por el Gobierno de Bush para invadir Irak.

En un intento de recuperar la popularidad, el presidente estadounidense ha prometido 5.900 millones de euros para afrontar una posible pandemia de gripe aviaria.