Declarados culpables de conspiración los dos ex máximos responsables de Enron
Los altos cargos de la eléctrica estadounidense desarrollaron una contabilidad paralela
El veredicto por el caso Enron, la gran empresa eléctrica de Estados Unidos, se ha hecho público. El jurado popular ha declarado culpable de conspiración al ex consejero delegado Jeffrey Skilling, y el ex presidente Kenneth Lay ha sido declarado culpable de todos los cargos a los que se enfrentaba, entre ellos los de fraude bancario y conspiración.
Lay, de 64 años, que trabajó en la compañía durante quince años antes de llegar a la cúpula, se enfrentaba a siete acusaciones. Skilling, de 52, se enfrenta a 31 cargos.
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Si el juez confirma el veredicto del jurado, previsto para el próximo 11 de septiembre, ambos podrían tener que purgar penas que suman 230 años de cárcel, han explicado fuentes próximas al proceso judicial.
El proceso judicial comenzó el pasado 30 de enero con gran expectación, y se extendió hasta el pasado 14 de mayo. En total, han sido 15 semanas de juicio durante las cuales los 12 miembros del jurado -cuatro hombres y ocho mujeres- han escuchado las declaraciones de 54 testigos. Además, el jurado ha tenido en cuenta las numerosas pruebas documentales aportadas.
Una de las declaraciones más controvertidas ha sido la del ex director financiero de Enron, Andrew Fastow, el supuesto cerebro de la trama financiera que llevó al colapso a la eléctrica. Fastow declaró bajo juramento que sus jefes Skilling y Lay mintieron tanto a inversores y empleados como a las autoridades reguladoras, al ocultar el estado real de las cuentas del gigante eléctrico. El ex director financiero, que ya fue condenado a 10 años de cárcel por el fraude, declaró que había alertado a sus superiores de que la compañía estaba al borde de la quiebra.
Fastow, el testigo estrella de la acusación, declaró ante el jurado que había recibido el visto bueno de los dos ejecutivos para crear una contabilidad paralela y establecer una red de sociedades que permitieran tapar el agujero financiero. La Justicia estadounidense intentaba demostrar, de esta manera, que Enron era una bomba de relojería alimentada por las mentiras de sus directivos, a los que acusa de ignorar las alertas de sus subordinados, de manipular los resultados y de engañar a los inversores, mientras se enriquecían.
Historia de una crisis
La compañía eléctrica tenía un capital bursátil de 68.000 millones de dólares antes de que se destaparan las irregularidades, y ocupaba el puesto número siete en la clasificación de las más grandes compañías de Estados Unidos. La quiebra de Enron dejó en la calle a más de 80.000 empleados hace cuatro años y medio, y arrastró a la desaparición a la que fuera la mayor firma auditora del mundo, Arthur Andersen.
Además, el agujero contable destapado en Enron desató una crisis de confianza sin precedentes en Wall Street que, unida a los efectos de los atentados terroristas del 11-S de 2001 y a los escándalos corporativos en la telefónica WorldCom, la tecnológica Tyco o la cadena de supermercados holandesa Ahold, debilitó la confianza de los inversores norteamericanos hasta límites insospechados. Tras el escándalo, las autoridades reguladoras estadounidenses se vieron obligadas a revisar sus normativas para evitar que un caso similar volviera a repetirse.




