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FÚTBOL / MUNDIAL

Trinidad y Tobago da la primera sorpresa y empata con Suecia (0-0)

La modestísima selección de Trinidad y Tobago aprovechó su debut en una fase final mundialista para dar la primera gran sorpresa de Alemania 2006 al arrancar un empate ante una Suecia incapaz que jugó con un hombre más durante todo el segundo periodo.

Todo un premio, una gesta para este conjunto trinitense que representa al país más pequeño en la historia de los mundiales cuyas principales glorias deportivas se trasladan a las pistas atléticas gracias a Ato Boldon.

Pueden estar satisfechos y felices el holandés Leo Beenhakker, seleccionador del cuadro caribeño, así como todos los aficionados, porque el trabajo de sus jugadores, muy inferiores a los nórdicos fue encomiable.

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Incluso Trinidad y Tobago metió el miedo en el cuerpo al cuadro de Lars Lagerback ante la atónita mirada de un estadio repleto de suecos y bajo una 'lluvia' de polen espectacular dentro del recinto en los alrededores.

Edwards, en la primera mitad, pero sobre todo Glen, que había saltado al campo en la segunda tras la expulsión por doble amonestación de Avery John, con un disparo que se estrelló en el larguero, pusieron el corazón en un puño a Suecia, incapaz durante todo el partido de hacer un fútbol fluido y por tanto de desarbolar al correoso y luchador conjunto de Beenhakker.

Ibrahimovic no destacó

Ibrahimovic, quien antes del partido había conversado cariñosamente con su mentor, con el técnico que le llevó de joven al Ajax, apareció a cuentagotas.

No está en buena forma el fino y habilidoso atacante del Juventus, como quedó ratificado ante el fornido Sancho y el gigantón Lawrence, un jugador del Wrexham galés con 2,01 con más pinta de jugador de alero de baloncesto, central de balonmano o rematador de voleibol.

Henrik Larsson y Fredrik Ljungberg se mostraron lo que pudieron con su movilidad, pero el fútbol de Suecia fue lento hasta la desesperación de sus seguidores. Anders Svensson -fue reemplazado en la segunda mitad por Allback- y Linderoth no le dieron el ritmo necesario y con ello Trinidad y Tobago, pese a sus carencias, lo tuvo más sencillo para defender.

Hislop, decisivo

Además, emergió la figura del meta Shaka Hislop para abortar los momentos de inspiración en ataque de Ibrahimovic, Larsson y compañía.

Trinidad y Tobago es un equipo con la mayoría de jugadores en clubes de la segunda categoría del fútbol inglés y en varios escoceses. Todos modestos, entre los que resuena aquel delantero que deslumbró junto a Andy Cole en el Manchester United.

El partido de los suecos, que no ganan su primer partido mundialista desde hace 48 años, demostró el porqué llegaban a Alemania 2006 en una mala racha de resultados.

La expulsión de Avery John por dos fuertes entradas, la segunda a Wilhelmsson, no alivió los males de Lagerback y los suyos. Beenhakker movió piezas para reordenar su bloque y supo contener lo que se presumía invasión nórdica a su área.

Trinidad y Tobago pudo adelantarse

Glen, seis minutos más tardes de entrar al campo, mandó un poderoso derechazo al larguero de la meta defendida por Shaaban, quien respiró cuando vio que la madera evitaba el tanto.

Aunque en la jugada siguiente respondió Ibrahimovic con un disparo a bocajarro que abortó enorme Hislop, los trinitenses no desmayaron y cerraron todas las vías resguardados por Hislop.

Lagerback se la jugó porque no tenía más remedio a la vista que sus próximos dos partidos son contra Paraguay e Inglaterra. Primero mandó al campo a Allback y a falta de doce minutos tocó a rebato al recurrir a Jonson y Kallstrom.

Suecia, impotente

Suecia ponía en acción a casi toda su artillería. No tenía más remedio. Pero tuvo la pólvora mojada, porque ahora sí que apretó con todo para derribar el muro Hislop, que se creció como un gigante ante los delanteros amarillos.

Los rostros de los unos y los otros eran el espejo del alma en los últimos minutos. Beenhakker casi sonreía; Lagerback corregía constantemente; los trinitenses miraban con ilusión y los suecos casi con desesperación; los aficionados caribeños festejaban cada momento como si fuera el último y los suecos, desangelados, no sabían si animar, protestar o llorar.

 
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