'The Economist' publica un duro artículo crítico sobre el PP
Dedicado a las riñas internas del principal partido de la oposición
Duro repaso el que da hoy al PP un medio tan poco sospechoso como el conservador semanario británico "The Economist". Publica un análisis demoledor sobre el Partido Popular. Dice que ha "perdido el rumbo", que las teorías conspirativas del 11-M "le alejan de la victoria electoral" y a raíz de la exclamación de Rajoy durante la presentación del libro de Esperanza Aguirre: "¡joder qué tropa!", 'The Economist' se pregunta que "dónde está el general". A continuación, la traducción del artículo íntegro.
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El Partido Popular pierde el rumbo
La vida no podría irle mejor al ex presidente del Gobierno español, José María Aznar: viaja alrededor del mundo, se sienta en el consejo de administración de la empresa 'News Corp' de Rupert Murdoch, y da conferencias sin mayores preocupaciones en los 'think-tanks' de Washington. No podría decirse lo mismo del conservador Partido Popular que él mismo lideró hasta marzo de 2004, justo antes de que el partido perdiera las elecciones porque, tres años después, el PP ha perdido también el rumbo. Las peleas internas llenan las páginas de los periódicos y altos cargos del partido se dan empujones para suceder al actual dirigente, Mariano Rajoy, si dimite después de las próximas elecciones generales previstas para principios de 2008.
La política nacional en España es cosa de dos partidos. Si el PP pretende echar al presidente socialista, Rodríguez Zapatero, debe contar con los votantes de centro. Pero no parece que intente cortejarlos. Al contrario, se opone con enfado a todas las iniciativas del Gobierno, desde el matrimonio entre homosexuales hasta las transferencias a Cataluña, pasando por las conversaciones de paz con el grupo terrorista vasco, ETA. Como el Partido Conservador británico en el pasado, corre el riesgo de convertirse en un partido "desagradable". Un reciente vídeo atacando las cifras de criminalidad durante la etapa Zapatero, que incluían imágenes de violencia de cuando el PP aún estaba en el poder, no ha ayudado.
Pero en la raíz de los problemas del PP se encuentra su ineptitud para sacudirse el trauma de su pérdida del poder, lo que ocurrió tres días después de que terroristas musulmanes mataran a 191 personas en trenes de Madrid. El día anterior a las elecciones, manifestantes enfurecidos salieron a la calle preguntando quién había sido. ¿Fue ETA, como Aznar insistía, o los islamistas? A medida que las evidencias se inclinaban hacia lo segundo, los votantes que en principio iban a votar al PP, cambiaron de idea.
Los fiscales y la policía están ahora convencidos de que sólo los radicales musulmanes estaban involucrados. Siete se inmolaron en un suicidio colectivo tres semanas después cuando estaban a punto de ser arrestados, pero altos cargos del PP han continuado ventilando teorías conspirativas que todavía intentan establecer algún tipo de vínculo entre los islamistas y ETA.
El ruido acerca de los atentados de marzo de 2004 ahoga el mensaje más centrista del PP. Los estrategas quieren que los votantes incondicionales permanezcan fieles ya que temen que pudiera emerger un partido de ultraderecha. El cálido e ingenioso Sr. Rajoy debería ser el antídoto perfecto para cualquier imagen desagradable, pero ha fracasado a la hora de estampar su personalidad en el partido. "Es demasiado educado, demasiado caballeroso", se queja un analista. La sombra de Aznar también planea sobre él.
Las encuestas colocan por delante a los socialistas, aunque varían las distancias (algunas aseguran que sólo es de 1.4 puntos). La presidenta del gobierno regional de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, podrían aumentar sus mayorías en las elecciones regionales del año que viene, pero son los peleones supremos del PP. Y si Rajoy ha dicho sobre un libro de reciente aparición en el que Aguirre carga contra Ruiz Gallardón: "¡Vaya tropa!", uno se podría preguntar, ¿dónde está el general?