El etarra Txapote, condenado a 30 años por el asesinato del concejal del PP Gregorio Ordóñez
Tras los juicios por el asesinato de Miguel Ángel Blanco y Fernando Múgica, ésta es la última sentencia desde que Francia lo entregara temporalmente
La Audiencia Nacional ha condenado a 30 años de cárcel al ex dirigente etarra Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, por el asesinato del presidente del PP en Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez, el 23 de enero de 1995 en San Sebastián de un disparo en la cabeza en un bar del casco viejo de la ciudad donostiarra.
En su sentencia, la sección primera de la Sala de lo Penal condena también a Txapote a pagar a los herederos del muerto, viuda y un hijo una indemnización de 500.000 euros, y le prohíbe acercarse durante cinco años después de ser puesto en libertad a la familia de Ordóñez o residir ese tiempo en San Sebastián.
Más información
- El Gobierno vasco cree que la reunión Zapatero-Rajoy "aportará poco al proceso" de paz
- San Gil: "Vi la pistola y me dio tiempo a pensar 'menuda broma macabra'"
- "Txapote" y "Amaia" condenados a 50 años de cárcel por el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco
- 'Txapote', condenado a 82 años de prisión y seis de alejamiento por el asesinato de Fernando Múgica
- 'Txapote' llama "monigote de circo" al presidente del tribunal que le juzga
- El hijo de Múgica reconoce a Txapote como asesino del socialista: "Pasarán más de mil años y los rostro los tendré siempre"
- Visto para sentencia el cuarto juicio a 'Txapote'
Éste ha sido el último juicio al que se ha sometido a Txapote desde que fuera entregado de forma temporal por Francia. Durante este periodo ha sido condenado, además, por los asesinatos del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco y del dirigente socialista Fernando Múgica, atentados cometidos cuando formaba parte del comando Donosti.
En la sentencia, el tribunal sostiene que "no se puede afirmar con exactitud" si Txapote fue la persona que disparó al dirigente del PP o si, por el contrario, esperó fuera del bar para cubrir la acción y facilitar su huida. En cualquier caso, afirma que "esto es penalmente irrelevante al estar acreditado que estuvo en la ideación, en la decisión y en la ejecución" del asesinato.
La única prueba de cargo
La resolución le impone esta pena como autor de un delito de asesinato terrorista con alevosía, en concurso ideal con otro de atentado con premeditación. La resolución utiliza como única prueba de cargo para condenar a Txapote las declaraciones que realizó su compañero del comando Donosti Valentín Lasarte, ya condenado por estos hechos.
El tribunal considera probado que en las Navidades de 2004 Txapote ordenó a su compañero del comando Donosti Valentín Lasarte que recabara información sobre Ordóñez para matarlo. Tras varios días de seguimiento, éste informó a Txapote y a un tercer compañero de que el teniente de alcalde de San Sebastián tenía horarios diferentes cada día, por lo que tendrían que cometer el atentado al mediodía.
El día 23 de enero de 2005, Lasarte informó a sus compañeros de que Ordóñez se encontraba comiendo en un bar del casco viejo de San Sebastián junto con su entonces secretaria y actual presidenta del PP vasco, María San Gil, y otras dos personas. Los tres etarras decidieron que "era el momento propicio para intentar matar" al teniente de alcalde donostiarra.
Disparó por la espalda
Como llovía, Lasarte "dejó a uno de sus dos compinches su chubasquero de color rojo" y les indicó la forma de huir del lugar. En torno a las 15:15 horas, Txapote y el tercer integrante del comando se dirigieron al restaurante. Uno de los dos, enfundado en el chubasquero y oculto bajo su capucha, entró al local, se dirigió directamente a la mesa de Gregorio Ordóñez y, "a muy corta distancia", le disparó por la espalda un tiro en la cabeza, provocándole una muerte instantánea. Mientras tanto, el otro etarra "quedaba vigilante para facilitar la comisión del hecho y la huida".
La resolución considera que Txapote actuó con "alevosía", pues produjo "intencionalmente la muerte de una persona a traición y sobreseguro, cogiendo desprevenida a la víctima y sin posibilidad alguna de defensa". También concurre la agravante de "premeditación", pues decidió matar a Ordóñez "con frialdad, recabando información para ello con firme propósito criminal, que les llevó a aprovechar la primera oportunidad de matar a traición que se les presentó".