Euroliga / Unicaja,91-Barcelona,75, en el primer partido de los cuartos
El Unicaja vuelve a sonar con fuerza entre los grandes, pero ahora entre los más grandes, entre los equipos que dominan el baloncesto continental, porque ahora mismo, pese a partir como candidato a la eliminación frente al Barcelona en los cuartos de final de la Euroliga, ha quitado la mano al equipo azulgrana y tiene dos oportunidades para sellar el pasaporte hacia la primera Final entre Cuatro de su historia.
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Primero fue la Copa Korac a las órdenes del serbio Bozidar Maljkiovic. Hace dos temporadas se anotó la Copa del Rey en Zaragoza bajo las directrices del italiano Sergio Scariolo. La campaña pasada estrenó su palmarés liguero también a través de la senda marcada por el técnico transalpino. A día de hoy, Scariolo le ha puesto a las puertas de la Final entre Cuatro de la Euroliga, un coto reservado para el cuarteto más poderoso del baloncesto europeo.
El Unicaja sufrió una tremenda transformación después de ganar la última ACB. Hombres tan importantes como Jorge Garbajosa hicieron las maletas y, como él, otros cinco jugadores. Scariolo no perdió los nervios. Ni siquiera le importó empezar la Liga con resultados propios de un ''sparring''. Tampoco que el mismo Barcelona le dejará fuera de la Copa del Rey a las primeras de cambio en su propia casa.
Scariolo confía en el trabajo. Y su trabajo da frutos. El Unicaja perdía por nueve puntos a los dieciséis minutos (27-36). El Barcelona había aplacado la furía inicial de los malagueños, se había sacado de encima el peligro del puertorriqueño Daniel Santiago en la zona y había exhibido las excelencias de dos excelsos jugadores como Juan Carlos Navarro y el italiano Gianluca Basile.
El primer cuarto le había bastado para poner las cosas en su sitio y la mitad del segundo para dar muestras del tremendo potencial del que dispone. Pero el Unicaja también es un grande. Además, llevaba demasiado tiempo agazapado.
Scariolo recuperó una baza tan tremenda como la de Marcus Brown tras cuatro meses de ausencia; supo prescindir de Santiago en el momento preciso, cuando el Barcelona ya pensaba que esa era la tabla de salvación a la que iba a agarrarse el italiano; y completó una estrategia de maestro a través de Ignacio de Miguel y el esloveno Marko Tusek.
El Unicaja, que no veía aro desde el arco de triples y sufría los golpes de Navarro y Basile, se transformó en un rodillo insaciable.
Miró a los 6,25 metros y allí, los dos pivots, De Miguel y Tusek, abrieron un parcial que se paró, gracias a la bocina, con un 19-4 que dejó boquiabierto al equipo del montenegrino Dusko Ivanovic.
A los dieciséis minutos perdía por nueve (27-36). A los veinte, ganaba por seis (46-40). De Miguel y Tusek abrieron un camino que el estadounidense Marcus Faison abrazó como un niño que abre un regalo sorpresa -quince puntos-, que el hispano-argentino Juan Pepe Sánchez movió con maestría, que Carlos Cabezas manejó como los grandes, que Berni Rodríguez disfrutó como el campeón del mundo que es.
El Unicaja se convirtió, en definitiva, en un gigante. Un gigante inabordable para el Barcelona, que volvió a echar de menos a Fran Vázquez en el Martín Carpena, acabó rotó en la pintura como le ocurría a principio de temporada, desconectó de los dos salvavidas oficiales -Navarro y Basile- obligado por las excelentes defensas alterantivas del cuadro andaluz y que ahora está obligado a ganar el jueves para volver a Málaga o se despedirá de la Final entre Cuatro de Atenas.