Los rebeldes declaran un alto el fuego unilateral en Congo
Francia, que ejerce la presidencia de la UE, propone el envio de 1.500 soldados para frenar la violencia.- La crisis humanitaria alcanza "dimensiones catastróficas", dice Ban-ki Moon
Goma
Los rebeldes leales al general congoleño tutsi Laurent Nkunda han declarado este miércoles el alto el fuego unilateral, después de cuatro días de duros combates en la provincia de Hivu Norte, según la misión de paz de Naciones Unidas en Congo. El avance de la guerrilla está provocando una crisis humanitaria de "dimensiones catastróficas" en el este de Congo, ha reconocido el secretario general de la ONU, Ban-ki Moon.
Los rebeldes oficializaron su decisión de alto el fuego a través de un comunicado, en donde explican que quieren evitar se extienda el pánico en la población.
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Buena parte de la población de Goma, en el este del país, huye aterrorizada por temor a represalias de los milcianos. Cerca de 20.000 personas han huido desde el lunes. El número de desplazados asciende ya a 200.000 desde agosto. En medio de la crisis, la presidencia francesa de la Unión Europea (UE) propondrá el despliegue de una fuerza europea de hasta 1.500 soldados en la República Democrática del Congo (RDC) para intentar frenar la violencia desencadenada por la ofensiva de los rebeldes del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP).
El ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner, ha señalado que se está analizando la constitución de "un grupo que se llama el grupo táctico, una guardia militar que por rotación puede ofrecer entre 400 y 1.500 hombres que se podrían desplegar en nombre de Europa en ocho a diez días". "Tratemos de hacer algo", ha dicho Kouchner en París. "La situación es verdaderamente desesperada".
Nkunda, que lidera a unos 3.000 hombres, llegó a encontrarse ayer a 10 kilómetros de la capital de Kivu Norte (los dos Kivus lindan con Ruanda y dependen más de Kigali que de Kinshasa). El paso de los blindados congoleños y la restricción de movimientos de las ONG anunciaban la guerra a las puertas de la ciudad. La sensación de descontrol ha afectado también a la Misión de Naciones Unidas para Congo (MONUC), que con 17.000 soldados es la mayor de esta organización. Su jefe, el general español Vicente Díaz de Villegas, ha dimitido por falta de medios, según fuentes diplomáticas.
La nueva ola de desplazados se suma a una situación de por sí catastrófica. Cerca de un millón de personas se encuentra desplazada a causa de los enfrentamientos que han asolado la región desde que en junio de 1994 entraran los hutus de Ruanda después del genocidio tutsi. Las ONG calculan que más de cuatro millones de personas han muerto como consecuencia directa o indirecta del conflicto desde 1998.
Los hutus ruandeses, muchos de los cuales aún forman milicias que operan en esta zona de Congo, fueron la justificación esgrimida por Nkunda para levantarse en armas junto a decenas de antiguos miembros del Ejército congoleño. Nkunda declara que defiende a su gente de los genocidas hutus. Pero ahora libra combates contra el Ejército congoleño y hasta contra las tropas de la ONU que se interponen en su avance hacia Goma, ciudad estratégica por su proximidad a la frontera con Ruanda y por ser la capital de una de las regiones más ricas del planeta en minerales como el coltán, esencial para la telefonía móvil.
Condena de la ONU
El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado esta madrugada (hora española) la ofensiva de los rebeldes congoleños sobre Goma. La MONUC ha asegurado que el avance de las tropas rebeldes ha paralizado la actividad en Goma, donde la casi totalidad de las tiendas han cerrado sus puertas, al igual que las escuelas y los mercados. Pese a la intensidad del ataque rebelde, la ciudad de Goma sigue en manos de las fuerzas gubernamentales que han logrado rechazar el avance, gracias al apoyo de los cascos azules.
La misión de la ONU en Congo fue creada al amparo de la Resolución 1.279 (1999) del Consejo de Seguridad, con la finalidad de facilitar la aplicación y puesta en práctica del Acuerdo de Lusaka, que ponía fin a las hostilidades entre todas las fuerzas combatientes. Actualmente es la misión de mayores dimensiones, con unos 18.500 efectivos desplegados: 16.669 soldados, 714 observadores militares y 1.063 policías de 57 países.