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Qué fue de... Roberto Solozábal, el capitán del Doblete atlético

El defensa madrileño fue icono de la cantera rojiblanca muchos años, se marchó al Betis y allí acabó en los tribunales con Lopera

En la imagen de la izquierda, un Solozábal muy joven en sus primeros años como rojiblanco; en el medio, levantando el título de Liga de 1996; a la derecha, una foto más actual del defensa madrileño.

En la imagen de la izquierda, un Solozábal muy joven en sus primeros años como rojiblanco; en el medio, levantando el título de Liga de 1996; a la derecha, una foto más actual del defensa madrileño.

Roberto Solozábal Villanueva (Madrid, 15 de septiembre de 1969) será recordado por siempre como el capitán del Atlético de Madrid que levantó el mítico Doblete, Liga y Copa, en 1996. A sus 27 años, su carrera había tocado techo y había recuperado su mejor nivel como elegante jefe de la defensa. Un año después, partiría rumbo al Betis, y allí las cosas no funcionarían como esperaba, desembocando los acontecimientos en una retirada prematura, con apenas 31 años, y un desagradable paso por los tribunales.

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Roberto Solozábal fue un atlético de pura cepa. Criado en la cantera del Atlético Madrileño, llegó al primer equipo en una quinta que a la postre sería la base de la defensa del Doblete: Diego Díaz, Carlos Aguilera, Juanma López, Roberto Solozábal y Toni Muñoz. Diego, el portero, sería descartado por Antic en la pretemporada del Doblete, mientras que Aguilera tuvo la mala suerte de emigrar a Tenerife justo en esos años. Los otros tres, fueron parte importante de ese Atlético campeón.

Solozábal debutó en el primer equipo muy pronto, en 1989, con apenas 20 años. No pasarían ni dos años cuando debutó en la selección española. Fue un 17 de abril de 1991, en un amistoso en Cáceres que la 'Roja' perdió 0-2 ante Rumania. Los éxitos se sucedieron en esos primeros años de Roberto como profesional: campeón de Copa del Rey en 1991 ante el Mallorca, nuevamente campeón de Copa ante el Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu, en 1992, y ese verano toca el Oro Olímpico con la selección de fútbol en Barcelona.

El Oro olímpico en Barcelona

A punto de cumplir 23 años y habiendo debutado ya con la absoluta, Solozábal era un veterano en esa selección de Vicente Miera y tuvo el honor de portar el brazalete. Solozábal recordaba de esta forma la victoria en la final, 3-2 ante Polonia: "Los polacos nos dieron toda la guerra del mundo. Marcaron primero, luego Abelardo y Kiko dieron la vuelta al marcador, nos empataron y, en el último minuto, Kiko nos hizo flotar de alegría. Ese gol no se ha borrado de mi mente. Ni la medalla que colgué en mi cuello. Ni el rapado que me hice, junto a Luis Enrique, para grabar en mi cabeza la palabra 'Oro'. Mereció la pena".

Solozábal había tocado el cielo muy pronto y llegaron unos años de recesión. El Atlético ya no peleaba los títulos, durante dos años penó por no caer en la tan temida promoción de descenso, Solozábal ya no sacaba la pelota desde la cueva con la clarividencia de antaño y desapareció de las listas de la selección.

El Doblete

Pero el destino le tenía guardado un nuevo subidón en su carrera. La temporada 1995-96 devuelve un brazalete al brazo de Solozábal, esta vez el del Atlético de Madrid, en el año de despedida del veterano Tomás Reñones, que apenas juega. Y como en Barcelona, el brazalete lleva a Roberto a los mayores honores. Un equipo que el año anterior había coqueteado con la promoción, se proclama campeón de Liga y Copa con una autoridad insultante con apenas cuatro retoques y la dirección desde el banquillo de Radomir Antic. Solozábal se complementa a la perfección en el centro de la zaga con Santi Denia y, cuando ellos fallan, cuentan con un hombre libre que barre con todo, José Francisco Molina.

La siguiente campaña Solozábal disputa la Champions con el equipo de sus amores, pero en la Liga los resultados no son los esperados (quinto) y su nombre aparece en la lista de transferibles. "Si no me quisieran me parecería una situación curiosa, ya que acabo de renovar, pero no es un problema mío, sino del club. Por mi parte nada ha cambiado en cuanto a pensar en seguir aquí", manifestó por entonces.

Rumbo a Sevilla

Pero Solozábal se ve obligado a emigrar finalmente rumbo al sur, recalando en el Real Betis, tras 232 partidos de Liga como colchonero. Tras ser habitualmente titular durante sus dos primeras temporadas como verdiblanco, es declarado transferible al inicio de la campaña 1999-2000. Solozábal no juega y la marcha del equipo es nefasta, hasta tal punto de que terminaría descendiendo al acabar antepenúltimo.

La situación de Solozábal se agrava sobremanera cuando, en marzo de 2000, mantiene una acalorada discusión en el vestuario con el presidente del Real Betis, Ruiz de Lopera, en la que algunos dicen que hubo más que palabras. "Es falso que pudiésemos llegar a las manos. Otra cosa es el tono de las conversaciones, que es un asunto particular y sólo pertenece al equipo", declaró el futbolista.

"Tú vas a acabar en el Linares..."

Solozábal recriminó al presidente bético el impago de varias cantidades referentes a los contratos de imagen y Lopera le espetó «tú vas a acabar jugando en el Linares". Un mes después, el central madrileño era apartado del equipo. Solozábal nunca más volvió a jugar en el Real Betis, ni en ningún otro equipo profesional.

Tres años de tribunales

El fútbol termina para Solozábal y comienza una agria lucha en los tribunales que se prolongaría tres años. El madrileño reclama unos 100 millones al Real Betis por daños y perjuicios (despido improcedente, salario adeudado, prima de fichaje y derechos de imagen). Tras tres juicios, el Real Betis gana en los juzgados y sólo abona al ex rojiblanco seis millones de pesetas.

¿Dónde está Solozábal ahora?

Han pasado nueve años sin que los focos le alumbren y seis sin soportar el seco calor de los tribunales, y Solozábal ha desaparecido por completo de los medios de comunicación. Dedicado a sus negocios y a un equipo de fútbol siete en el que pega sus últimas patadas, el madrileño ha sido noticia recientemente porque viajó, junto a dos amigos y viejos conocidos (Gabi Moya y Alfredo Santaelena), a Liverpool para ver a su Atleti. Siempre fue rojiblanco.

 
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