Líbano elige a su Parlamento con todo Oriente Próximo pendiente de los resultados
Prosirios y antisirios compiten con resultado incierto primeros comicios tras la gravísima crisis política del año pasado
Líbano se prepara para afrontar este domingo unas elecciones parlamentarias de resultado incierto que definirán buena parte del futuro de Oriente Próximo. Siria sobre todo, junto con Israel, Irán, la Liga Árabe, la Autoridad Palestina, Hamás y, de forma indirecta, Estados Unidos y la Unión Europea están pendientes de unos comicios que enfrentan a dos coaliciones: la que encabeza el hijo del asesinado ex primer ministro Rafik Hariri, Saad, de tendencia prooccidental y antisiria, y el conglomerado de partidos políticos encabezados por el poderosísimo grupo chií Hezbolá y que aboga por el estrechamiento de lazos con Damasco.
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Las elecciones de este domingo suponen la culminación de un largo proceso firmado hace casi un año y que concluía la peor ola de violencia registrada en el país desde la guerra civil (1975-1990). En el momento de firmarse el acuerdo, el país llevaba seis meses sin presidente, y dos semanas antes, más de 65 personas habían perdido la vida en violentos enfrentamientos entre elementos progubernamentales y facciones afines a Hezbolá, después de que el Gobierno ordenara la cancelación de la red telefónica privada del grupo chií en el último episodio de tensiones entre ambos grupos.
Desde la firma del acuerdo en Qatar bajo la mediación de la Liga Árabe, Hezbolá respeta la formación de un nuevo Gobierno de unidad y conserva el derecho de veto sobre las decisiones más importantes del Ejecutivo, ahora encabezado in tempore por el presidente Michel Suleiman.
La presión sobre Hezbolá
Se mantiene, no obstante, la presión sobre Hezbolá por el apoyo que recibe de Damasco, una alianza que provoca el rechazo contundente de centenares de miles de libaneses que se oponen a la influencia histórica siria en el país y que alcanzó un punto culminante en 2005 con el asesinato del ex primer ministro Hariri, un magnicidio en el que Damasco ha negado desde el primer momento haber estado involucrado.
Según sus críticos, Damasco desea un Gobierno sumiso al Eje sirio-iraní, el bloqueo del proceso de investigación del asesinato de Hariri en los tribunales internacionales, el aplazamiento del problema fronterizo entre Siria y Líbano, y sobre todo, el abandono de las pesquisas sobre el estado de centenares de prisioneros libaneses desaparecidos en Siria.
Otros consideran esta perspectiva "simplista hasta el grado del ridículo", según el politólogo Rime Allaf, para quien resulta "absolutamente imposible valorar el interminable arsenal de historias, rumores y deducciones sobre los presuntos crímenes sirios". "Las acusaciones infundadas sobre los múltiples crímenes cometidos por Siria han sido una constante en el discurso de la coalición de Hariri", añade Allaf.
Onda expansiva
El problema con Siria arrastra al resto de países y organizaciones involucradas en los comicios. Sin ir más lejos, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, advertía la semana pasada de que el resultado de las elecciones "determinará los rasgos de la región". Una victoria de Hezbolá convertiría a Siria y a Irán en los actores dominantes de la región, arrebatando su influencia a Arabia Saudí y Egipto, más cercanos a Estados Unidos.
Ni Siria ni Egipto se han pronunciado públicamente sobre los comicios. Mientras tanto, Francia no ha ocultado su preferencia por la victoria de la coalición de Hariri, aunque ha precisado que negociará con Hezbolá si se alza con la victoria en las elecciones, porque confía en que no se repetirá la misma situación que en los territorios palestinos, cuando el movimiento Hamás se alzó con el poder en 2006.
Hezbolá y Hamás son considerados grupos terroristas por Estados Unidos. En este sentido, el vicepresidente estadounidense Joe Biden insinuaba, durante su reciente visita a Beirut, que Washington podría "reevaluar" su programa de ayudas dependiendo de la composición y naturaleza del nuevo Gobierno, aunque se comprometió a respetar la decisión de los libaneses en estos comicios.
Resultado incierto, avance palpable
La naturaleza del sistema electoral libanés garantiza una representación proporcional parlamentaria para la inmensa amalgama de partidos políticos en Líbano, muchos de ellos en representación de las numerosísimas religiones que se profesan en el país. En otras palabras: ningún grupo puede conseguir la mayoría absoluta.
La cámara está dividida en 128 escaños: 64 para los musulmanes, 64 para los cristianos. A los musulmanes suníes se les garantiza 27 escaños, los mismos que a los chiíes. Los drusos obtienen ocho escaños y los alauitas, dos. Por la parte cristiana, 34 asientos están reservados para los maronitas, 14 para los grecoortodoxos, ocho para los católicos, seis para los armenios y dos para otras minorías.
A pesar de que los candidatos compiten entre sí con miembros de su misma religión, el sistema permite que musulmanes y cristianos puedan votarse entre ellos, evitando que los candidatos representen únicamente los intereses de su propio grupo.
Se espera que la elección se decida en un pequeño número de distritos electorales donde la competición es incierta, particularmente en los sectores de mayoría cristiana, como el de Beirut-1 en la capital, o Zahlé en el valle del Bekaa. En otros distritos, se esperan pocas sorpresas: habrá mayoría aplastante de Hezbolá en el sur de Líbano. La mayor parte de la capital quedará en poder del socio mayoritario del Partido de Dios, el grupo Amal.
Sin ganador claro
Las últimas encuestas no dan un ganador claro pero sí que garantizan al menos 48 asientos para el bloque de Hezbolá, por 40 de la coalición de Hariri, según el diario ''Al Akhbar''.
Sobre la integridad del proceso electoral, analistas de la BBC consideran que, en líneas generales, se esperan comicios justos aunque "se cree que se están desarrollando tácticas inapropiadas" en lo que se refiere al voto de los libaneses en el extranjero a los que los partidos estarían pagando el billete de regreso para depositar su papeleta.
Pero para el experto Allaf, "son tiempos de una renovada confianza en el poder de las relaciones regionales". "Hace cuatro años, esta situación era impensable para los libaneses", añade.
¿Estabilidad?
Líbano parece haber alcanzado cierto grado de estabilidad. En este sentido, Allaf recuerda que "Siria y Líbano han reanudado sus relaciones diplomáticas, abriendo sus respectivas embajadas este mismo año, y con la confianza en que dicha comunicación se desarrolle incluso a un nivel popular".
"Damasco sólo necesita esperar a que el resto de poderes extranjeros se adapten a la realidad existente", según Allaf. Arabia Saudí, por ejemplo, ya ha organizado un proceso de reconciliación pública con Siria, mientras que Francia se ha convertido en una de las primeras potencias occidentales en reestablecer relaciones con Damasco.
Lo importante es no provocar más violencia. Gane quien gane, parece existir una voluntad de ambos grupos para no exacerbar la tensión. "Al menos, las primeras elecciones podrían elevar el estándar de cara a futuras votaciones, y suponen una oportunidad para establecer las líneas generales para trazar una serie de avances, no importa cuán modestos sean, en un sistema político que ya no puede permitirse el lujo de responsabilizar a Siria de sus errores", según el grupo de expertos International Crisis Group.