Cameron saca partido de la economía en el último debate televisado
Inmigración y medidas económicas concentran los momentos de mayor tensión del triple 'cara a cara'
El tercer y último debate entre los tres candidatos de los principales partidos británicos, el laborista Gordon Brown, el conservador David Cameron y el liberaldemócrata Nick Clegg, estuvo marcado por la confrontación de programas, especialmente en el ámbito económico, y por las referencias concretas a los puntos flacos o a los asuntos 'a priori' más impopulares de cada uno de los políticos.
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Los tres líderes estaban citados hoy en la Universidad de Birmingham, en un debate transmitido en esta ocasión por la BBC. El tema del día era la economía, aunque al encuentro no faltaron tampoco aspectos sociales como la inmigración, el tema que más discusión despertó, pese a que ya había sido tratado en convocatorias anteriores.
Brown, que partía como favorito en su terreno, el económico, comenzó su participación en el debate recordando que "no siempre" hace las cosas bien, en alusión al desliz sufrido el miércoles con una electora a la que calificó de "intolerante", pero volvió a ponerse como ejemplo de gestión económica.
Al que fuese ministro de Hacienda precisamente esta defensa de su currículum político le costó críticas directas de Cameron, que durante varios momentos del debate reprochó a Brown no haber tomado durante los 13 años de Gobierno laborista medidas que ahora propone y de lastrar a la economía británica con un gasto excesivo.
"Con Grecia en las noticias, puedo garantizar que nunca me uniré al euro", dijo Cameron de entrada, apostando también por una mayor regulación bancaria en torno al Banco de Inglaterra, una mayor presión sobre las entidades financieras para recuperar parte del plan de ayuda o un empuje de los créditos, sobre todo a las pymes.
Por su parte, un comedido Clegg volvió a apostar por hacer todo de un modo "diferente" y defendió una "economía más justa y fuerte", al tiempo que criticó a los "banqueros irresponsables" que han puesto en riesgo la economía.
La tesis básica defendida por Brown en el ámbito puramente económico consiste en que Reino Unido no puede afrontar una retirada prematura de los planes de estímulo, y puso como ejemplo las políticas seguidas en Estados Unidos o Alemania.
Según repitió Brown en varias ocasiones, la intención de Cameron es retirar 6.000 millones de libras de forma repentina, frente a lo que él propone un plan de reducción de la deuda progresivo en cuatro años a partir de 2011.
Una de las preguntas realizadas por el público planteó específicamente a los candidatos qué aspectos recortarían para favorecer el ahorro que todos promulgan por igual. Clegg, que propuso un pacto entre partidos en el ámbito económico y reiteró su defensa de la "transparencia", señaló que, aunque los otros dos candidatos intentan "engañar" al electorado, el programa electoral liberaldemócrata recoge 15.000 millones de libras de ahorro mediante el incremento de impuesto a las rentas altas y la retirada de proyectos como la compra de aeronaves.
"Tendrá que haber recortes y tenemos que ser sinceros", afirmó en este sentido Cameron, quien al igual que Brown negó que estos recortes vayan a influir a servicios básicos. El candidato laborista pidió al Ejecutivo que, al igual que los ciudadanos, se "apriete el cinturón" y negó que, como asegura el 'premier', su partido vaya a "poner en riesgo" la economía británica.
Impuestos y bancos
En el tema de impuestos, Clegg aseguró que elevaría el umbral para pagar el impuesto sobre la renta a las 10.000 libras, para eliminar un sistema fiscal que, a su juicio, es "injusto".
Sin embargo, el protagonismo en este campo se lo llevaron principalmente Brown y Clegg, sobre todo por las continuas referencias del primer ministro a su rival para que explicase si pretendía bajar el Impuesto de Sociedades a los bancos, algo que el conservador tildó de "mentira" y achacó a un intento de "asustar". Cameron declaró que su medida pretende beneficiar básicamente a las pymes.
Los bancos tampoco se libraron de su ración de tiempo en el debate y, como ya se dejó entrever en los diálogos anteriores, los tres candidatos coincidieron en criticar la forma en que han actuado las entidades financieras ante la crisis económica internacional.
Cameron declaró que los bancos no deben comportarse como un "casino", mientras que Clegg planteó la división de las entidades entre las compañías de riesgo y otros que definió como de uso corriente. "Ambos partidos (conservadores y laboristas) han estado demasiado cerca de los centros económicos de Londres", acotó el liberaldemócrata, que volvió a presentarse como alternativa con varias alusiones al "cambio".
Brown admitió que durante su mandato el Gobierno intervino en entidades como Northern Rock, pero apuntó que lo hizo para "proteger los ahorros de las familias". No obstante, avanzó que cuando las acciones de estas empresas se recuperen el Estado podrá venderlas y, por extensión, recuperar parte de lo invertido, pese a que Cameron defiende una medida más inmediata que contemple un impuesto específico sobre los receptores de las ayudas.
Dardos contra Clegg
Clegg, el candidato revelación de la campaña electoral, vivió dos momentos de críticas directas en su contra durante el debate. El primero le llegó con una alusión de Cameron, quien acusó al Partido Liberal Demócrata de promover la eliminación de la libra y la adhesión al euro, a lo que Clegg replicó que no lo contempla a toda costa sino sólo si se dan las "condiciones" y, en cualquier caso, tras un referéndum.
Pero el planteamiento que más asperezas levantó llegó con la inmigración, cuando el liberaldemócrata fue cuestionado en varias ocasiones por su propuesta de otorgar papeles a los inmigrantes que residen de forma irregular en territorio británico.
Cameron, que quiere imponer una cuota de entrada a los extranjeros, implicó que esta medida supondría dar papeles a 600.000 personas que podrían llevar a Reino Unido a uno de sus familiares y, además, favorecería un efecto llamada, algo también señalado por el primer ministro.
Clegg, quien en ningún momento reconoció que quiera una regularización masiva, sí señaló que "hay que hacer algo" ante el sistema "totalmente caótico" al que habrían favorecido tanto laboristas como conservadores. El líder liberaldemócrata planteó la imposición de controles de salida y de un reparto entre regiones para impedir la acumulación de extranjeros en lugares donde el trabajo es más limitado.
Tampoco quedó exenta de polémica la propuesta de Cameron de imponer unas cuotas de entrada que no detalló, ya que tal y como sostienen Clegg y Brown, no se puede adoptar una medida así en la Europa comunitaria con libertad de movimientos. En este sentido, el conservador sugirió un mayor control sobre las entradas de personas procedentes de países de nuevo ingreso en la Unión Europea.
Brown defendió en este punto controlar los ingresos limitando las entradas a personas con una determinada formación y favorecer que se emplee a británicos. Además, puso sobre la mesa la necesidad de generalizar las tarjetas de identificación.
Despedidas
Cameron resumió sus participaciones en los tres debates volviendo a poner a su partido como ejemplo de "valores" y denunciando la "incertidumbre" que generan los liberaldemócratas, así como las pocas garantías que aportarían los laboristas tras 13 años en el poder.
Clegg, consciente del empuje adquirido en las últimas semanas, instó al electorado a "seguir sus instintos". "Juntos podemos cambiar Reino Unido" o "no dejen que nadie les diga que no se puede hacer" sirvieron de lema en el discurso de despedida del líder liberaldemócrata.
Brown recogió en su último turno las respuestas que, según él, Cameron había rehusado responder durante el debate y afirmó que los conservadores "pondrán el país en peligro" si ganan las próximas elecciones.