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Los partidos revisan sus tácticas en el final de la campaña electoral

Ante unas encuestas que apuntan unánimemente a una victoria conservadora por mayoría simple

(REUTERS / EUROPA PRESS)

Los tres principales partidos británicos aprovecharon la recta final en la que ha entrado ya la campaña para reformular por última vez sus estrategias electorales, con el objetivo de garantizarse la máxima influencia en el mapa político que salga de los comicios del próximo jueves

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El paso adelante partió de varios ministros y, aunque Gordon Brown se desmarcó insistiendo en que la única demanda para el jueves pasa por el Laborismo, entre los promotores más destacados se encuentra el considerado máximo aliado del 'premier', Ed Balls, titular de Infancia y una de las posibles alternativas para un recambio al frente del partido, si no fuera por la impopularidad que la línea dura de su gestión le ha generado.

La intervención de Balls, apuntada en principio en la revista 'New Statesman' e insistentemente recurrida a lo largo de esta jornada, prueba el carácter oficial de la nueva apuesta por el voto táctico. El cuartel general laborista habría dado el visto bueno a una práctica que llevaba ya semanas en marcha por parte de los 'fontaneros' que trabajan sobre el terreno en las consideradas plazas marginales. Los pronunciamientos públicos de los miembros del Gabinete no han hecho más que confirmar la estrategia.

Sin embargo, acometerla supone un riesgo que podría volverse en contra del partido cuando se dispone a una carrera contrarreloj de 36 horas de campaña para apurar los últimos cartuchos. El llamamiento evidencia el desánimo en las filas de un Gobierno que no sólo perdería la mayoría absoluta, sino que pasaría a la oposición tras 13 años en el poder. Es más, llevarlo a cabo afectaría a la tradicional vinculación entre el diputado y los ciudadanos a los que representa en el Legislativo, además de que ofrece a sus rivales una renovada arma política.

Así, ni siquiera los supuestos beneficiarios aplaudieron el movimiento. Nick Clegg lo consideró "desesperado", manteniendo la línea dura con la que ha venido aludiendo cualquier pronunciamiento procedente de los laboristas, en especial de Brown, por quien siente una conocida incompatibilidad que lo llevó incluso a declarar que podría colaborar con el partido, pero no con el líder.

Para David Cameron, por su parte, supuso reforzar sus apelaciones a la necesidad de la ansiada mayoría que, de momento, las encuestas le niegan. El líder conservador consideró que el voto táctico prueba que apostar por la papeleta liberaldemócrata supondría automáticamente entregar a Gordon Brown las llaves de Downing Street.

Responsabilidad plena de Brown

En cualquier caso, el 'premier' ha querido preparar ya estados de opinión, en la misma jornada en la que un candidato de su partido llegó a calificarlo como el "peor primer ministro" de la historia. En una personal entrevista en la que compareció junto a su mujer, Sarah, aseguró que asumirá "plena responsabilidad" de los resultados del jueves.

Un compromiso que deberá interpretarse en función de si, finalmente, se cumplen los pronósticos que hasta hace poco recogían los sondeos. Su partido, pese a no ser el más votado, podría obtener más escaños, una complicada ecuación resultado del sistema electoral que pondría al Laborismo en una difícil coyuntura en la que el descabezamiento del líder podría ser el precio por mantener el poder.

Precisamente éste es uno de los objetivos del voto útil que, hasta esta última fase de la carrera, no se había materializado como una llamada real para privar a Cameron del número 10. Ninguna encuesta ha otorgado a Brown mayoría absoluta desde que concluyó su efímera luna de miel con los votantes poco después de tomar el relevo de Tony Blair en verano de 2007. La única tentativa a su alcance es este sistema electoral que los beneficia, precisamente, el mismo que los liberaldemócratas quieren reformar y que, aún así, los laboristas están dispuestos a someter a referéndum.

Como explicación, valga la traducción de los resultados de 2005. Cada asiento en los Comunes le costó al Laborismo 27.000 votos, a los 'tories' 44.000 y a la tercera fuerza, hasta 97.000. En cualquier caso, los sondeos han ido virando hacia otorgar cada vez más posibilidades a David Cameron de recabar no sólo más apoyo popular, sino también un mayor número de escaños en Westminster.

Aunque este año las circunscripciones han cambiado y se han ampliado en cuatro, hasta las 650, la aritmética electoral continúa penalizando a la oposición, que necesita más papeletas para mejorar su representación en el Parlamento. La opción, en consecuencia, sería clara: en aquellas circunscripciones en las que la batalla real está entre éste y los de Clegg, la razón dicta liberaldemócrata.

Votar con cabeza

Sería votar "con la cabeza, no con el corazón", en palabras del ministro para Gales, Peter Hain, otra de las voces destacadas que han propuesto a las bases laboristas decantarse por una alternativa más práctica a efectos globales para el partido y a la que se sumó también la ministra Tessa Jowell en el 'Daily Mirror', uno de los pocos diarios que mantienen el apoyo al Laborismo, tras el trasvase de uno de sus clásicos, 'The Guardian', a favor de los de Clegg.

En los últimos días han sido varios los medios de comunicación que se han pronunciado abiertamente acerca de sus preferencias para el 6 de mayo, el último, hoy, el 'Financial Times', que considera a Cameron la opción para la "renovación". Se trata de una de las inyecciones de oxígeno recibidas por el líder conservador a poco más de una jornada para la cita definitiva, tras cuatro semanas de campaña formal y meses de ambiente preelectoral.

La otra, el propio cambio operado en la revelación de la carrera, Nick Clegg, quien expresa por primera vez su disposición a hablar con el candidato conservador sin imponer como irrenunciable la reforma electoral. Hasta ahora era su posición de partida, sin embargo, la nueva voluntad del liberaldemócrata podría colisionar con el objetivo de David Cameron de formar un Gobierno en solitario, aunque sea en minoría y con apoyos puntuales.

Un objetivo que trabajará en la campaña ininterrumpida de 24 horas, con noche en pie incluida, que ha comenzado ya y que lo llevó, incluso, hasta Irlanda del Norte por primera vez desde que arrancó la carrera. No en vano, tiene intereses en la zona, puesto que, de no conseguir la mayoría absoluta, podría establecer un acuerdo de bases con el Partido Unionista del Ulster, el minoritario de los dos que abogan por la continuidad en Reino Unido y con el que este martes se presentó ante la audiencia en Belfast.

El objetivo sería garantizarse la aprobación de proyectos básicos como los presupuestos o el avance legislativo contenido en el Discurso de la Reina, necesarios para la gobernabilidad y que quedarían en jaque de no cumplimentarse una coalición de poder. En cualquier caso, el mayoritario Partido Unionista Democrático (DUP, en sus siglas en inglés) ha avanzado ya que estaría dispuesto a escuchar, en caso de que el resultado del 6 de mayo deje un escenario de negociaciones entre grupos parlamentarios.

 
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