Italia se atraganta con Nueva Zelanda
Los 'azurri' empatan ante los 'kiwis' (1-1) yse jugarán el pase a octavos ante Eslovaquia
La selección italiana firmó un inesperado y pobre empate (1-1) ante Nueva Zelanda en el partido que cerró la segunda jornada del Grupo F del Mundial de Sudáfrica y en el que el conjunto transalpino tendrá que asegurar su clasificación ante Eslovaquia en la última jornada.
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Italia, fiel a su estilo conservador y sombrío, acumula dos puntos en otros tantos partido y necesitará una carambola poco previsible para ser primera de su grupo. Buscará ganar a Eslovaquia y que Paraguay pierda contra Nueva Zelanda. El conjunto oceánico acudió a la cita mundialista sin mucho crédito, pero ya suma dos empates y tiene opciones de clasificarse. Y es que los de Marcelo Lippi no pierden su estilo -que lo tienen-, por muy aburrido y feo que le parezca al mundo del fútbol. Esta Italia es la del 82, la del 2006 que en Alemania sufrió lo indecible. Pero es la Italia de las cuatro estrellas en el pecho, las que no se ganan jugando bien, sino con victorias, algo que forma parte de su naturaleza.
No necesitan jugar bonito, casi no necesitan ni tener una ocasión para meter el primer gol, pero lo hacen. Y si como ocurrió contra Nueva Zelanda, se ven por detrás en el marcador, provocan un penalti con lo mínimo y lo convierten. La selección 'azurra' nunca ha sido de firmar nueve puntos en la primera fase y luego desinflarse cuando vienen curvas, es más bien al revés.
A pesar del contratiempo por el tempranero tanto de Smeltz, las cuatro veces campeona del mundo no se descompuso, porque no sabe. Son un bloque armado desde atrás, que deja poco lugar a las frivolidades. Si alguien goza de calidad en el centro del campo es Montolivo, que dio el primer susto a Paston con un tiro envenenado que se estrelló en la madera. Sólo dos minutos después, en el 29, un penalti por agarrón en el área fue convertido por Iaquinta. Éste es el panorama, que a priori, menos beneficia a los transalpinos, que no saben llevar el peso del partido, no combinan, pero suelen matar. A sabiendas de la poco que le iba exigir Nueva Zelanda, Lippi buscó algo más tras el descanso con Camoranesi y Di Natale, pero ni por esas.
Cuando un bloque lleva varios años acostumbrado a jugar de una manera, la que les ha llevado a ser campeones del mundo, no sabe arriesgar, no les sale. Conducir el balón desde los dos centrales hasta la zona de ataque es casi un esfuerzo sobrehumano para ellos, acostumbrados a ganar a balón parado, a sembrar lo que no recogen en los minutos finales. Por eso, sólo los tiros lejanos y las acometidas baldías parecieron lavar la cara de Italia. No dieron su fruto, porque juegan a cara o cruz. La primera cruz la vivieron hace dos años, cuando España les apeó de los cuartos de final de la Eurocopa de Austria y Suiza por penaltis.
En este Mundial han sufrido dos reveses, pero está viva. Con una victoria ante Eslovaquia, están en octavos. Siempre parece que han agotado su suerte, que ya no serán los que fueron, pero su gen competitivo siempre aflora. Italia sabe lo que es vivir en el alambre.
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