El Barcelona necesitaba un partido así para despejar de un plumazo todas las dudas . Este sábado goleó al Sevilla (5-0) en un encuentro sin sufrimiento, sin fisuras y con pegada. Quizá espoleado por la victoria del Real Madrid en el Rico Pérez, el Barcelona salió en tromba desde el pitido inicial. Esta vez, además, el partido se le puso rápidamente de cara. Leo Messi, que ya le ha marcado trece goles al conjunto hispalense, adelantó a su equipo a los cuatro minutos al resolver una jugada coral del conjunto azulgrana y, a partir de ahí, todo fue coser y cantar para los hombres de Pep Guardiola. Intenso en la presión, agresivo en la recuperación y velocísimo en la circulación del balón, el Barcelona obligó a recular al Sevilla, que se fue empequeñeciendo con el paso de los minutos. Alineación en mano, no parecía la intención de Gregorio Manzano defender tan atrás. Fue el Barcelona, en su mejor versión y con un juego vertical, el que hizo recular al Sevilla hasta colgarse del travesaño. Bajo la batuta de Xavi -los azulgrana ofrecen ese plus de fluidez que le hace falta a su juego cuando el de Terrassa está al mando- el Barcelona orquestó un fútbol de altos vuelos, con la complicidad de Messi, Iniesta y Villa, quienes hilvanaban todo el juego azulgrana en la línea de tres cuartos del campo rival. Por si fuera poco, el Guaje logró acabar con un mes de sequía mediado el primer tiempo. Recibió de Messi, encaró a Luna, lo rompió con un recorte seco con la diestra y con la izquierda conectó el disparo. Esta vez el balón no besó el palo sino que fue abriendo ángulo hasta hacerse inalcanzable para Javi Varas. El punta asturiano, pudo marcar un par más en la primera mitad, también Messi, e incluso el Sevilla en sus dos únicas contras de todo el partido: la primera acabó con un remate demasiado cruzado de Luis Fabiano. La segunda, con una buen respuesta de Valdés a una volea de Capel, en el único momento en el que el sevillista pudo olvidarse de Alves para subir la banda. La expulsión de Konko al filo del descanso, por doble amonestación, y el regalo al inicio de la segunda mitad, de Romaric a Alves -el brasileño marcó en un remate acrobático, pero no lo celebró por respeto a su ex equipo- dejaron finiquitado el partido. Los cuarenta minutos restantes tuvieron poca historia. Messi, en su pugna con Cristiano Ronaldo por ser reconocido el jugador más decisivo del campeonato, se adornó en su enésima obra de arte, un eslalon marca de la casa para hacer el cuarto. Parecía que el Sevilla sólo se iba a llevar cuatro, cifra a la que parecía abonado últimamente cuando visitaba el Camp Nou. Sin embargo, la insistencia de Villa tuvo su premio en la última jugada del partido . El Guaje rubricó la «»manita«» con una jugada personal y un disparo ajustado y con su doblete exortizó todos los fantasmas que le han acechado las últimas semanas. Definitivamente, una noche redonda para el Barça.