"Tanto con los talibanes como ahora mi vida está en riesgo, pero mientras esté viva seguiré luchando"
La activista afgana Suraya Pakzad es para el semanario 'Time' una de las 100 personas más influyentes del planeta
La activista afgana por los derechos de la mujer Suraya Pakzad recibe esta tarde el Premio a la Defensa de los Derechos Humanos de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Vive amenazada de muerte desde hace más de una década por defender los mínimos derechos de las niñas y las mujeres de su país.
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Lo que comenzó de manera clandestina en el sótano de su casa cuando creó un colegio para las niñas de su barrio en Herat se ha convertido hoy en la esperanza de miles de mujeres de todo Afganistan. Detrás de ese milagro en medio de la represión hacia las mujeres que vive su país desde la llegada al poder de los talibanes está Suraya Pakzad, una defensora de los derechos de la mujer que ha denunciado que 2.500 mujeres murieron el pasado año en Afganistán a manos de sus maridos, sus familias o sus comunidades simplemente por defender los derechos más básicos.
Hoy en Madrid recibirá un nuevo premio pero en una entrevista con la Cadena SER denuncia que la barbarie diaria que padece su país continúa: "En el sur del país hace unos días un niño fue asesinado por un talibán por un tiro y fue colgado en mitad de las calles acusado de que estaba espiando para las tropas extranjeras. Esto no pasa en ningún otro sitio. En cualquier lugar del mundo los niños son tratados como niños y no como adultos, implicados en el conflicto", contesta airada a las últimas palabras del máximo representante civil de la OTAN en Afganistán, Mark Sedwill, que ayer en la BBC señalaba que posiblemente los niños vivían más seguros en la capital de Afganistán, Kabul, a pesar de los peligros que existen por ser éste un país en guerra, que en ciudades como Londres, Nueva York o Glasgow.
Lo que comenzó clandestinamente en el sótano de su casa se ha convertido en la ONG "La voz de la mujer", que ayuda cada año a más de 6000 mujeres y que ha ayudado a transformar un panorama desolador: "En 2003 la comisión independiente de DDHH de Afganistán reportó que 384 mujeres se quitaron la vida quemándose a lo bonzo porque no podían acceder a una justicia adecuada, ni a una asesoría familiar adecuada, ni a un refugio adecuado. Desde que empezamos a trabajar con los refugios en Herat, las 384 mujeres que se sucidaban se ha reducido a 75 mujeres al año gracias a nuestros refugios y nuestra asesoría" señala Pakzad acompañándose por una multitud de tablas y de documentos que maneja con soltura en su entrevista con la SER en un céntrico hotel de Madrid.
Suraya Pakzad sabe que en cualquier momento su labor que da ahora esperanza a miles de mujeres afganas puede acabar con las peores consecuencias pero no cesará en su empeño ni bajo amenazas: "Ahora yo no tengo protección, hablé con la policía de Herat para pedirles protección porque había recibido muchas amenazas de muerte y les pedí protección con un policía durante un mes por la noche en la puerta de mi casa. Me la negaron. Tanto en el régimen talibán como ahora mismo mi vida está en riesgo. Aún así, tengo una determinación tan grande que mientras esté viva seguiré luchando. Estoy luchando por conseguir una mejor vida para las próximas generaciones de mujeres". Se despide con la misma sonrisa y con la misma determinación con la que arroja luz al sombrío panorama del machismo en su país.
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