Videla, el máximo responsable de la "guerra sucia" en Argentina
Perfil de un dictador
Jorge Rafael Videla, condenado este miércoles a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, condujo con mano de hierro la "guerra sucia" de la última dictadura argentina (1976-1983), que dejó 30.000 desaparecidos
Nacido el 2 de agosto de 1925 en la ciudad bonaerense de Mercedes, en el seno de una familia con fuerte impronta política, Videla se mantuvo inamovible en su argumento sobre la necesidad de una "guerra" para acabar con lo que definió como una "orgía de violencia" y asumió toda la responsabilidad de la represión.
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Videla, que ingresó en el Colegio Militar en 1942, dio un salto en su carrera a la sombra del gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón, tercera esposa del tres veces gobernante Juan Domingo Perón, quien en 1975 le nombró comandante en jefe del Ejército.
El 24 de marzo de 1976, junto a Emilio Massera y Orlando Agosti, lideró el golpe de Estado que derrocó a la presidenta y dio paso a una cruenta dictadura de siete años. Durante sus cinco años de gestión, organizó el Mundial de Fútbol de 1978, uno de los más bochornosos ejemplos de utilización política de un acontecimiento deportivo, y estuvo a punto de declarar la guerra a Chile por un conflicto limítrofe que se superó gracias a la mediación del Papa Juan Pablo II.
Con el liberal José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, instrumentó una política basada en la apertura de los mercados y la liberalización de la legislación laboral. De 1976 a 1981 en Argentina se congelaron los salarios y se impuso una apertura arancelaria que, en vez de incrementar la competitividad de la industria nacional, acabó por destruirla. Con la economía en recesión, una creciente inflación y la moneda devaluada, Videla fue sucedido al frente de la Junta por el general Roberto Viola el 29 de marzo de 1981.
Tras el restablecimiento de la democracia, fue detenido en 1984 y condenado a reclusión perpetua al año siguiente. En 1990 fue beneficiado con un indulto dictado por Carlos Menem y años después el juez español Baltasar Garzón le incluyó en una nómina de militares y civiles argentinos cuya captura internacional ordenó por crímenes cometidos durante la dictadura.
No volvió a ser apresado hasta 1998 por orden de un magistrado bonaerense que investigó la apropiación de hijos de víctimas de la represión ilegal.
Pocos días después de su detención, un tribunal aceptó que Videla, que entonces tenía 72 años, cumpliera prisión domiciliaria, beneficio que las leyes argentinas otorgan a los mayores de 70, hasta que a finales de 2008 fue trasladado a una cárcel militar.
Ahora, en cumplimiento de la sentencia del tribunal cordobés, ingresará en una prisión común en espera de un nuevo juicio, en la provincia de Santiago del Estero (norte), por el asesinato de un estudiante en 1976, otra de las múltiples causas en su contra.