Repuntan los 'boleros' en el aeropuerto del Prat
En el argot policial, 'bolero' es el traficantes que lleva la droga en el estómago
La Guardia Civil ha reforzado los controles en el servicio de aduanas del aeropuerto de El Prat tras detectar en sólo dos meses un total de cinco 'boleros'. En todo el año pasado, detuvieron a ocho. La mayoría son ciudadanos suramericanos que se juegan la vida para cobrar una escasa recompensa comparada con el precio de la droga que llevan escondida dentro del cuerpo.
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Los cinco boleros detenidos por la Guardia Civil entre enero y febrero de este año en el aeropuerto del Prat llevaban en el estómago, todos juntos, cerca de 3,7 kilos de cocaína y excepcionalmente, uno de ellos llevaba bolas de heroína, unos 400 gramos. Todo ello valorado en 207.000 euros. Beneficios para las organizaciones criminales que utilizan estos correos humanos para transportar la droga desde América del Sur. Teniendo en cuenta lo que ganan los narcos, las mulas cobran una escasa recompensa. Según los investigadores, reciben entre 2.500 y 3.000 euros por un peligroso negocio en el que pueden morir si se revienta alguna de las bolas que llevan en el estómago.
Medicamento para evitar náuseas
Para evitar sorpresas, los narcos, los pinchan medicamento para que no tengan náuseas cuando se las tragan y también para que aguanten largos trayectos en avión desde países lejanos como Brasil, México, Guatemala o Colombia.
Están sometidos a una fuerte presión ya que cuando salen les pagan una parte del dinero pero el resto lo reciben si consiguen entregar la mercancía. Por eso, a veces, las pasan canutas para aguantar todo el viaje en avión como ha explicado en declaraciones a la SER, el capitán Julián Vicente, jefe de resguardo fiscal de la Guardia Civil en el aeropuerto de El Prat: "A veces en el avión, tienen incontinencia y evacuan 8 o 10 bolas, las cogen las limpian y las traen encima aún arriesgando ser detectados con mayores posibilidades. Eso indica que vienen presionados o que tienen que entregar toda la mercancía".
Las mulas suelen aterrizar en Barcelona en vuelos procedentes de América del Sur que hacen escala técnica en algunos países europeos, como Holanda, Italia o Francia. Los agentes detectan los boleros cuando pasan por el servicio de aduanas del aeropuerto. La actitud, la ropa, los gestos, a veces les delatan. Cuando se dan cuenta que los han descubierto, suelen confesar y entonces les hacen una radiografía, la prueba irrefutable de su delito.
Una bomba de relojería en el cuerpo
Llevan en el estómago entre 50 y 100 bolas de droga con 10 gramos de droga cada una. Son cilindros alargados y redondeados, recubiertos normalmente con cinco o seis capas de látex, paquetes cada vez más resistentes y elaborados. El máximo que ha localizado la Guardia Civil en un solo individuo son 130 bolas, un método de tráfico letal, según Zoilo Madrazo, médico de urgencias del Hospital de Bellvitge, el de referencia del aeropuerto; "Estas personas llevan una bomba de relojería dentro de su organismo. Las dos complicaciones más importantes son la obstrucción intestinal o que se pudiera rasgar o romper alguna bola y que sufran una intoxicación severa, que les provoque la muerte".
Según este médico, un 2 % de estos boleros deben ser sometidos a una operación urgente para quitarles las bolas. La gran mayoría, suelen recibir el alta al cabo de dos días sin más secuelas. Su siguiente destino suele ser la cárcel.
Reducción pena de prisión para los boleros
La reforma del Código Penal ha rebajado la pena máxima de prisión por boleros, que ha pasado de nueve años a seis. Se ha tenido en cuenta que estas personas son sólo un instrumento de las organizaciones criminales. No suelen colaborar con la justicia porque no pueden: casi no saben nada de quien los contrata. En la mayoría de casos los citan en un hostal y allí los tienen dos o tres días entrenándoles para tragarse las bolas. Tienen contacto con pocas personas de la organización, que se presentan con nombres de pila, que suelen ser falsos. El Supremo había recomendado la rebaja de la pena de prisión por boleros, al considerar que son sólo un instrumento de las organizaciones criminales.
La Guardia Civil analiza porque ha habido este repunte de boleros entre enero y febrero de este año. Según los agentes, a veces no hay una explicación clara de estas fluctuaciones. En el año 2006, por ejemplo, fue de los más activos con una veintena de arrestados en el aeropuerto del Prat. Los narcotraficantes buscan todo tipo de vías para intentar introducir la droga y cuando uno de los métodos no les funciona porque la policía está muy encima, buscan otros sistemas, como esconderla en doble fondo de maletas, en dulces o impregnada en prendas.