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Reportaje:

Impotencia y angustia en la frontera de Siria

Ramtha, una localidad que tiene 130.000 habitantes situada 85 kilómetros al norte de Ammán, es la ciudad "gemela" jordana de Deraa. "Ramtha y Deraa son lo mismo, somos como hermanos, hay familias con miembros a ambos lados de la frontera", nos explica un comerciante de Souk (mercado, en árabe) Siria donde se pueden encontrar vestidos, lencería, cigarrillos y zapatos un 25% más baratos que en otros puntos del país porque proceden de la vecina Siria.

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En un día normal el tráfico de taxis blancos y amarillos, con matrículas de ambos países, es constante. Entran en Siria con algún viajero y regresan repletos de mercancía, pero desde el lunes al mediodía las autoridades sirias cerraron el puesto fronterizo, coincidiendo con la intensa operación militar a la que está siendo sometida la ciudad de Deraa para terminar con las protestas.

La policía jordana permite pasar su puesto de control pero los sirios obligan a dar media vuelta. Junto al muro fronterizo varios hombres logran ponerse en contacto con sus familias a través de un teléfono satélite. Les preguntan por familiares y conocidos, que les describan lo que está pasando, y cuando la voz al otro lado de la conexión relata con angustia la presencia de los tanques, los francotiradores y hombres vestidos de negro y armados con fusiles de asalto AK-47, el rostro de los que escuchan impotentes se va transformando: "No tenemos agua, ni electricidad, apenas nos quedan velas... están entrando en las casas para llevarse a los jóvenes... escuchamos disparos... no permiten que nadie salga a la calle. Disparan a matar".

Malsame se cubre el rostro sin dejar de escuchar el relato de su hermano, contiene las lágrimas y pide a los cámaras de televisión que no le graben: "Han matado a más de 200 personas, es imposible saber los muertos y heridos que hay en las casas... hay 443 mártires, 443 heridos hasta ahora que pueden morir porque no hay medicinas, ni atención médica, ni ambulancias, ni Naciones Unidas, ni la Media Luna Roja, ni médicos, ... van a morir. A los heridos que caigan los van a matar".

Unos 20 kilómetros al este de Ramtha, en el paso fronterizo de Jaber los sirios sí que permiten el tránsito de camiones y viajeros. "Ayer, desde la cinco de la mañana, durante siete horas los tanques estuvieron atacando Deraa. No hay electricidad, ni agua, y los móviles no funcionan. Es una masacre", nos explica un habitante de Deraa que trabaja en Kuwait y dejaba atrás también angustiado a parte de su familia.

Escasas esperanzas de que el régimen sea capaz de frenar la escalada de violencia con la que está convencido, como ha ocurrido en el pasado, de que será capaz de estabilizar bajo su firme mandato el país. Los sirios, como los egipcios, los tunecinos, libios, yemeníes, bahreiníes y tantos otros árabes que van despertando al cambio, han dejado atrás el miedo, la piel de la sumisión para exigir la dignidad y libertad que la generación que impulsa las revuelta no ha conocido nunca.

 
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